Se acaba el tiempo I

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Oscuridad total, burbujas, desesperación, caos, olvido, desesperación, recuerdos, dolor y las últimas palabras que pensó que podía articular mientras desperdiciaba lo poco de oxigeno que tenía en los pulmones.

—L...o sien...to —decía mientras se hundía más y más como si una fuerza lo empujará al fondo. Pero no dejaba de escuchar en su mente

—¡Concéntrate! Ya deberías poder respirar. Solo debes enfocarte. — Le decía la voz en su mente mientras el trataba de aferrarse a la vida que se le escaba en cada bocanada. —¡Concéntrate! — Le decía la voz mientras en su mente empezaban como cortocircuitos y flashes a acumularse esos recuerdos, de felicidad, amor, muerte, dolor. Pensaba que no podría lograrlo ¿Por qué podría? Solo era un débil, que había perdido el sentido de la vida y no había un lugar en el mundo donde el pudiera encajar, esto solo era la prueba de que ya nada podía salvarlo de su condición.

— O —

En el Olimpo las cosas estaban igual de caóticas, mientras que Dionisio conversaba con Zeus, Poseidon y Hades el resto de los dioses se concentraban en por lo menos leer los labios para poder enterarse de antemano a lo que podía llegar a suceder en el concilio convocado por Zeus. Había sido tan repentino que muchos de los dioses no podían esperar más para enterarse de que se trataba todo esto.

Dionisio se sentía determinado, solo aguardaba su momento para poder intervenir. Sentía un profundo resentimiento hacía ella por todas aquellas veces en que había persuadido a jóvenes doncellas que él quería para sí a convertirse en cazadoras y terminar odiando la figurar masculina de los dioses. Era su momento. Era momento de venganza.

Zeus estaba estupefacto después de su charla con Dionisio. Nunca había sido un problema arruinar la vida de alguien con sus juicios apresurados y sus castigos insoportables y macabros. Pero esta vez, esta vez se trataba de Artemisa. El resentimiento entre sus hijos era algo que hoy sería un dolor para él.

—Esto no tiene buena pinta. — dijo Hermes mientras se acomodaba jugueteando con sus traviesos pies. Por su parte Atenea observaba con su mirada estoica como el resto de dioses se acomodaban en sus asientos

—Ya saben que se trata de Artemisa, que tanto escándalo. — Dijo la diosa de la sabiduría mientras que Artemisa reaccionaba a su nombre, pero al encontrarse con la mirada de Atenea no pudo mantener el contacto, no después del episodio que había tenido con Percy y la misma Atenea en el jardín de Hestia. Hades y Poseidón conversaban entre ellos tratando de encontrar sentido al hecho de que hoy podrían perder a una diosa como Artemisa.

—Ojalá que hubiera algo que pudiéramos hacer. — dijo Hestia con algo de agotamiento, ya que había estado casi toda la noche revisando viejos manuscritos junto con Apolo para poder encontrar algo que pudiera ayudar a Artemisa. No había

—¡Silencio! — Se escuchó un potente trueno en el medio de la sala que fastidio los oídos de varios dioses como Hera y Deméter que eran las más tranquilas durante las reuniones juntos con Hestia. —Como es de conocimiento en todo el Olimpo, Artemisa se encuentra cesada de sus responsabilidades como diosa de este consejo asi como también ha perdido las facultades y dominios que ha tenido durante siglos... — Artemisa que se encontraba en el medio de la sala no podía contener la vergüenza y la humillación de que su nombre estuviera en entredichos.

—No los perdí ¡Me fueron arrebatados! — Grito mientras se acercaba lentamente hacia el trono de su padre, pero fue detenida por el estruendo de un enojado Zeus.

—¡Silencio! Ya tendrás tiempo de hablar Artemisa. No empeores más las cosas. — Dijo un fastidiado Zeus que ya sabía lo que necesitaba para poder tomar acciones contra Artemisa. Su hija. Sin duda era en la que podía confiar para una misión y su reticencia a los hombres la hacía alguien a quien no tenía que estar vigilando constantemente.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now