Audiencia ante el consejo II

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Artemisa estaba mirando fijamente a Percy... Perseo... el muchacho... y todo lo que podía hacer era lanzar una advertencia con la mirada. No sabía si Percy era lo suficientemente inteligente como para entender que si decía algo o revelaba algún indicio ella no descansaría hasta enviarlo a la regeneración...

Percy le sostuvo la mirada sin vacilar... no podía entender... no lograba mirar a través de tanto desprecio inmerecido, no lograba comprender como se invirtieron las cosas... que ahora Artemisa lo veía como un enemigo y una amenaza para sus intereses. El sabía sus responsabilidades, sabía que ahora como dios del Olimpo no podía negarse a colaborar en el caso de Artemisa. Pero también sabía que tenía un compromiso de honor con Artemisa... y eso era más fuerte que el Olimpo. Su mente divagaba mientras mantenía la mirada en Artemisa. No quería darle ningún signo de debilidad o temor.

— Perseo... Acércate — la voz de Zeus retumbo desde su trono. Percy siguió sin desviar la mirada, hasta que por dirección natural tuvo que despegar la mirada de Artemisa para dirigirla hacia la presencia de los demás miembros del consejo olímpico. Atenea se bajó de su trono y se acercó a Percy, él no titubeo ya que sabía que estaba en paz con Atenea.

— Ha pasado un tiempo desde que nos vimos — le dio un ligero abrazo. Ya era mucho viniendo de la persona que antes lo veía como un engendro indigno de mar.

— Atenea — dijo Percy inclinando la cabeza y devolviéndole el abrazo. Mil sensaciones diferentes surgieron en ese abrazo. Sensaciones que no podía controlar... sensaciones que lo estaban sobrepasando... era demasiado pronto... era demasiado abrumador.

— Percy... que gusto tenerte nuevamente... parece que todavía recuerdas que eres un dios — Apolo hablo tratando de ser casual, pero se notaba que lo que lo movía en el fondo era que quería que Percy terminara con todo este suplicio de interrogatorios y negativas de Artemisa a exponer su caso.

— Estoy acostumbrándome a la idea — respondió Percy haciendo sonreír a los dioses. Todos sabían que Percy estaba de licencia en sus funciones como olímpico. Fue más por la intercesión de Atenea misma, quien les hizo entender que a pesar de que ahora Percy era un dios olímpico seguía conservando sus rasgos humanos como los sentimientos, el dolor y los recuerdos y que para alguien que va a vivir eternamente debía resolver y poner en orden y para ello necesitaba tiempo.

— Bienvenido a casa Percy — Hestia también se levantó de su asiento para acercarse al que siendo semidiós era su favorito y estaba seguro que como dios también lo seria. Percy hizo una profunda reverencia ante la diosa antes de saludarla.

— Hestia... que gusto verte nuevamente — sonrió ligeramente haciendo que Hestia también respondiera a su sonrisa.

— Es un poco difícil mantener un ojo sobre ti si es que no hay fuego cerca de ti — Hestia le golpeó ligeramente el brazo de manera juguetona.

— Oh... eso... prometo tener una fogata en casa — Percy dijo un poco avergonzado de haberse olvidado de poner una fogata en su palacio. Era más por olvido que por descortesía.

— Eso está mejor — Hestia le dio un peque golpecito en la mejilla de manera cariñosa. Pero nada de esto pasaba desapercibido para una Artemisa que parecía que quería atravesar a Percy con la mirada. "sino como podría encargarme de cuidar a mi ex semidiós favorito" Percy sonrió con gratitud, todavía se sentía un poco abrumado con todo el ambiente del Olimpo, más aún porque era un recordatorio latente de Annabeth... y eso no era algo que podría olvidar... nunca.

— Padre... a lo que vinimos por favor — Artemisa gruño un poco fastidiada por como todo el mundo disfrutaba de la presencia de Percy y ella estaba allí como un animal encerrado esperando que su caso fuera atendido. Ares vio su oportunidad para importunar a Artemisa... y no la desaprovecho.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now