Capítulo 15

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En la residencia Warwick no se escuchaba ni un sonido, todo era lúgubre y oscuro a pesar de ser pleno día

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En la residencia Warwick no se escuchaba ni un sonido, todo era lúgubre y oscuro a pesar de ser pleno día.

El conde miraba a sus hijas y a toda la servidumbre seriamente, Brianna y Clariss mantenían la cabeza agacha, no querían mantener contacto visual con su padre por temor a revelar algo, y los empleados se mantenían un poco más distante.

—Preguntaré por última vez. ¿Dónde están su hermana y su madrastra? — preguntó Jacob.

—No lo sabemos, papá — respondió Brianna —. No salimos de nuestra habitación en toda la noche.

Brianna repetía lo mismo cada vez que su padre preguntaba, y se mantendría así. No delataría a su hermana y a Jayne.

—Bien, vayan a su habitación y no salgan de allí hasta que yo lo ordene. ¡¿Entendido?! — gritó el conde haciendo sobresaltar a sus hijas y a la servidumbre.

—Sí, padre — respondieron ambas, y con la misma salieron del comedor rápidamente.

—¿Y ustedes no vieron nada tampoco? — preguntó a los empleados, estaba perdiendo la paciencia, había despertado sin su esposa a su lado, y para empeorar, Amelia tampoco estaba.

—No milord — respondió el mayordomo de la residencia. El conde apretó las manos en puños, no quería romperle la cara al hombre.

—¿Dónde está ese chico, el tal Alex Howell? — volvió a preguntar y algunos empleados se miraron entre sí — ¡Respondan!

—No está, milord — respondió nuevamente el mayordomo bajando la cabeza.

El conde imaginaba con quien estaría su hija en esos momentos, solo le faltaba saber si el bastardo del hijo de Lewis había raptado a su esposa.

—Ese malnacido, debí echarlo desde que imaginé sus intenciones — dijo Jacob, él se había dado cuenta de las miradas candentes de su hija con el sirviente muerto de hambre. Solo imaginó que Amelia se divertiría un poco y luego lo desecharía, pero al parecer su hija era igual de burra que su madre —. Preparen el carruaje, saldré en unos minutos.

Ordenó y rápidamente todos se dispersaron, le haría una visita a su amigo Lewis, él tenía que vigilar los pasos de su hijo, tenerlo controlado y bien lejos de su mujer.

Una vez estuvo en la puerta de la residencia de Lewis fue atendido por una de sus empleadas, que rápidamente lo llevó ante lord Lewis en su despacho.

—Warwick, ¿qué te trae por aquí? — preguntó lord Lewis.

—Tu hijo — respondió rápido y directo.

—¿Mi hijo? — preguntó con el ceño fruncido — ¿Qué pasa con Christian?

—Ha raptado a mi mujer — respondió el conde mirando la reacción de su amigo.

—¿Qué Christian hizo qué? — el ex marqués no quería creer que su hijo lo hubiera desobedecido — No, mi hijo no pude acercarse a tu esposa, se lo he prohibido.

Lazos del pasado (Saga #2 «Amores encadenados»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora