Epílogo

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¡Un escándalo romántico!

¿Es posible que una boda sean tan emociónate, llena de felicidad, pasión, armonía y escándalos? Todo esto tuvo la mejor boda de este año 1824, el cual ya está por terminar. La unión entre lady Jayne, ahora la Marquesa de Winchester, y lord Christian Evans fue todo menos aburrida, y más en el momento en que la novia, en vez de decir sus votos matrimoniales, dijo que estaba embarazada, lo que causó asombro y vergüenza para muchos de los presentes.

Y debo confesar que me sacaron algunas lágrimas, y más al escuchar los votos matrimoniales de lord Christian, ¡Ese hombre sí que la ama, lady Jayne!

Pero esta autora, está muy feliz por ellos, fui una fiel acosadora de su historia, y sé todo el sufrimiento que ambos pasaron, por tanto, ellos realmente merecen toda la tranquilidad que están recibiendo ahora. Yo les deseo con todo mi corazón, que sean muy felices.

Revista de sociedad de Lady Kennt.

Jayne despertó en su enorme cama y las sábanas de seda le acariciaron la piel con dulzura. Era muy temprano aún, Christian todavía no se levantaba, era sábado, y por primera vez y para siempre lo tendría para ella sola. Giró la cabeza y vio su espalda ancha y fuerte, desnuda, reposando plácidamente a su lado, estiró la mano y le rozó el brazo.

La nieve caía en Londres, y el frío era un poco intenso. La boda había sido celebrada plácidamente y todo había ido de maravilla, y aún más al estar rodeados por sus amigos y su familia.

Jayne se levantó y se envolvió entre las sabanas para ocultar su desnudez y tapar un poco el frío. Fue hasta los ventanales, los cuales estaban cerrados y cubiertos de nieves, pero a través del cristal podía ver la nieve caer y cubrir las calles de Londres. Su viaje a América tendría que esperar, no quería irse ahora que estaba embarazada, y su familia estaba reunida. Tal vez, cuando diera a luz le haría la visita al nuevo mundo.

Unos brazos fuertes la rodearon por detrás, Jayne sintió el cuerpo de su esposo, lo miró por encima del hombro y vio que estaba desnudo.

-¿Acaso no tienes frío? - preguntó Jayne.

-Empecé a sentirlo cuando me abandonaste en la cama - susurró Christian besando su cuello haciéndola estremecer -. Volvamos a la cama, aún es temprano, y hay mucho tiempo para celebrar el fin de este año y recibir uno aún mejor.

Jayne se giró para quedar frente a Christian.

-Hay algo que quiero decirte, y quiero hacerlo ahora, antes de terminar el año, porque es algo que dejaré aquí, en este pasado - dijo Jayne y Christian frunció el ceño.

-¿Qué pasa, Jayne?

-La primera vez que me entregué a ti, quedé embarazada - Jayne confesó lo que tanto temía decirle, pero había tomado el valor suficiente para hacerlo ya.

-¿Qué?

-No lo sabía hasta que llegué a Green Hills unas semanas después.

-¿Y qué pasó con el bebé? - preguntó Christina y Jayne desvió la mirada, respiró profundo y luego volvió a mirarlo a los ojos para decirle toda la verdad de lo que había pasado, cuando terminó de contarle todo, ya estaba llorando, no era bueno recordar su fracaso e irresponsabilidad -. Jayne, ¿tenías miedo que te culpara? - ella asintió y Christian la abrazó fuertemente -. Nunca haría algo como eso, no tienes la culpa, yo sí, yo no tuve el valor de enfrentarme a mi padre en ese momento y te dejé ir, no estuve cuando más me necesitabas y nunca me perdonaré por eso, pero tú debes quitarte esa culpa.

-Ambos nos la quitaremos, Christian, hoy y ahora, cortaremos los lazos del pasado que aún nos aprisionan, hoy termina un año, y comienza otro, uno nuevo, donde construiremos nuevos recuerdos y nuevos lazos, los cuales estaremos complacidos de llevar y atar.

-Y yo estaré agradecido de llevarlos a tu lado - dijo Christian besándola y sellando sus palabras.

En la noche, la residencia de Christian y Jayne estaba muy iluminada, y llena de personas, estaba Marcus y Liviana junto a sus hijos, además de los padres de Marcus y el padre de Liviana, lord Henry. También estaban Leo y Katherine junto a sus padres.

Todos celebraban con alegría la llegada de un nuevo año, donde las oportunidades brillaran y nuevas historias nacerán.

El mayordomo se acercó a Christian y ambos se alejaron, dejando a todos hablando y riendo, luego le entregó una carta que era explícitamente para él. Cuando Christian la abrió se sorprendió al ver de quien provenía.

-¡Alex!

...

Al sur de Londres, en Southwark, donde se encontraba Marshalsea, la cárcel de Londres, se encontraba Jacob Straton, sentado en un sillón un poco viejo, mientras veía un punto fijo, su existencia se había resumido a estar callado y mirar las paredes a su alrededor, al menos la habitación era espaciosa, y le habían concedido toda la comodidad por ser un noble inglés, era su derecho, y ya que estaría lo que le quedaba de vida, dentro de esa cárcel, era lo menos que podían hacer por él.

-Straton, tiene visita - Jacob miró la puerta que se mantenía cerrada abrirse, por ella entró una mujer, no podía verle el rostro, puesto que traía una túnica gruesa de color rojo que la cubría completamente, solo se veían sus labios, pintado de un rojo intenso.

-Buenos días, lord Warwick - habló una voz femenina a la que Jacob no reconoció.

-¿Quién es usted? - preguntó él con la voz ronca por el tiempo que pasaba sin hablar.

-Solo alguien interesada en su historia.

-¿En mi historia? Y yo no estoy interesado en contarla.

-No se preocupe, yo sé parte de ella, solo quiero saber algunos detalles, el pasado ya está escrito, lord Warwick, pero estaré encantada de escribir el presente.

-¿Quién es usted? - volvió a preguntar Jacob y la mujer sonrió ampliamente mostrando sus dientes.

-Lady Kennt.

Fin

E.J. Black

 Black

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Lazos del pasado (Saga #2 «Amores encadenados»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora