Capítulo 15

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POV Rose


 

Bien, creo que todos estamos de acuerdo que lo último que quieres cuando llegas a tu trabajo y tienes un gran dolor de cabeza, es escuchar a una chica gritando como desquiciada.

Mientras ella grita una y otra vez, me pregunto si en verdad sí se volvió loca. Lissa se pasea de ida y vuelta sin parar, sus alaridos son cada vez más altos y agita sus brazos como toda una maniática.

¡Dios, ¿Dónde se apaga ésta mujer?!

A ver, les cuento lo que pasó.

Cuando Lissa se enteró, o mejor dicho, cuando le conté sobre el sueño espiritual con Robert Doru se alteró a tal grado que comenzó a lanzar insultos y malas palabras a diestra y siniestra, está furiosa, eso es seguro.

Yo estoy sentada en uno de los sillones mullidos de su oficina, me froto las cienes tratando de calmar el dolor de cabeza, no es normal tener éste tipo de jaquecas, aunque no se asemeja para nada a cuando estoy fuera de las salas y no tengo mis barreras mentales arriba, ¿Saben que es molesto? tener a espíritus tratando de entrar en contacto contigo, las emociones de Lissa lo hacen aún peor, porque no solo la furia es lo que más se presenta, también está ese miedo latente en su interior, miedo de que algo pueda pasarme.

—¡Rose!— exclama Lissa frente a mí, cruzada de brazos.

Al parecer ésta no es la primera vez que intenta llamar mi atención.

—¿Qué sucede, Liss?— cuestiono, un poco cansada.

—¿Que qué sucede?— frunce el ceño.— Ese loco quiere acabar contigo y con mi sobrino, pero tu preguntas: ¿Qué sucede, Liss?

Uy, está histérica.

Creo que no debí decirle nada de esto a Lissa, pero lo cierto es que no puedo volver a guardarle secretos, cuando convirtieron a Dimitri en strigoi y yo decidí ir detrás de él para darle caza, Lissa se sintió fatal al enterarse que le oculté siempre mis sentimientos por Dimitri, quién era mi mentor en ese tiempo. Luego de volver a la academia Lissa y yo nos prometimos que nos contaríamos todo, no tendríamos secretos nunca más. Una promesa que ya he roto al no haberle dicho que fui yo quien asesinó a Víctor Dashkov.

Pero ya esa es una decisión tomada, se lo voy a decir aquí y ahora, no puedo seguir callando.

—Liss, cálmate.— suspiro.— Debo decirte algo importante y necesito que estés tranquila.

Mantengo la serenidad en mi rostro, ella me estudia por unos segundos, dándose cuenta que mi expresión de calma trae otras de trasfondo: nervisos, miedo, ansiedad.

Ella asiente y se sienta en el sillón grande de su oficina, yo suspiro y me acerco a sentarme a su lado, luego volteo y veo a Dimitri y Christian, quienes se mantienen en completo silencio.

—¿Podrían dejarnos solas?— ambos asienten y salen de la oficina.

—Rose...

—Escucha, Lissa, y no me interrumpas, lo que te diré es muy importante y necesito que me escuches, ¿entendido?— pido, ella duda un momento, pero luego asiente.— bien, Víctor Dashkov está muerto...

—Eso lo sabemos todos Rose, su cuerpo fue encontrado hace ya un año, eso tú lo sabes ¿Por qué me estás diciendo ésto?— frunzo el ceño.

¿Por qué no puede hacerme caso y dejarme hablar?

—Lissa, dije que no me interrumpieras.— hablo, exasperada.

—¿No habías terminado?— pregunta, niego.— Oh, entonces, continúa.

Suspiro, rogando paciencia.

—Por favor, solo escúchame en silencio, en serio lo necesito.— ruego.— Cómo dije antes, Víctor Dashkov está muerto, lo asesinaron, y antes de que digas algo, Lissa...— me apresuro a informar cuando la veo a punto de volver a interrumpir.— sí, sé que todos saben eso.— cierra la boca y hice un ademán con las manos para que continúe.

A veces tengo ganas de sellar sus labios con cinta adhesiva.

»Lo que te voy a contar es algo muy grave.— trago saliva, nerviosa.— Lissa, lo siento, siento haber guardado tanto tiempo éste secreto, pero tenía miedo, de cierta forma miedo de mi misma.— tomo sus manos y la veo directo a los ojos, esos hermosos ojos verde jade.

Debo decirle, ella es mi mejor amiga. Mi hermana. No puedo seguir ocultándole ésto, ya no, no cuando ella necesita saber el porqué de los recientes acosos de Robert Doru.

»Lissa, yo lo hice.— suspiro.— Yo maté a Víctor Dashkov.

Ella me mira con sorpresa e incredulidad, a través del vínculo siento su shock y rechazo ante esa idea, cree que es mentira lo que le digoe, que este debe ser un error, o una broma.

—Eso no...— se levanta del sillón.— No es cierto, Rose.

—Lissa, siéntate, ¿Sí?— diablos, siento ganas de llorar.— Debes saber lo que sucedió, toda la verdad.

Ella niega con la cabeza, en negación.

—No, Rose, tú no hiciste eso, tu no serías capaz de...— su voz se apaga poco a poco, sin creerlo aún.— A menos que hayas enloquecido o algo así, pero...

Aparto mis ojos de los suyos, un estremecimiento me atraviesa por completo y ella logra darse cuenta de eso, de mi repentino cambio. Sus pensamientos van a mil kilómetros por hora, tratando de descifrar mi lenguaje corporal, siento cada una de sus dudas, ideas, hipótesis... Hasta que por fin cae en cuenta.

Lo sabe.

—¡Oh, Dios!— exclama, horrorizada.— ¿Fue eso, cierto?

—Lissa...

—La locura del espíritu te afecto, igual que con Jesse.— susurra, sonrío de forma irónica.

—A Jesse no lo maté.

Ella sacude la cabeza y se acerca a mi, siento sus brazos a mi alrededor con mucha fuerza, yo solo la dejo hacerlo.

—¿Qué fue lo que sucedió?— pregunta, separándose de mi para poder mirarme.

Y es cuando se lo cuento todo, no lo oculto nada más y le digo todo tal cual pasó aquella noche humana; cómo fuimos a recuperar a Jill luego de que Víctor y Robert la secuestraran, también que había estado absorbiendo toda la oscuridad causada por la preocupación de encontrar quién había asesinado a la reina Tatiana, y todas las pruebas que ella tuvo que pasar en ese entonces por las elecciones de nuevo monarca.

Le cuento cómo las cosas que me había dicho Víctor me enfurecieron hasta explotar por completo y perder prácticamente la razón. Mientras más hablo, más culpable se siente,  sentía que eso había sido su culpa.

Ésto es mi culpa, si tan solo hubiera controlado mi oscuridad...

—Lissa, no fue tu culpa, ya deja de pensar eso.— le digo con toda seguridad.— yo decidí tomar tu oscuridad, nadie más, así que detente.

—Lo siento, pero no puedo evitarlo, yo...

—Ya basta, eso es pasado y ya lo superé.— menciono con mayor convicción.— Liss, te estoy diciendo ésto porque prometimos no tener más secretos, y lo cierto es que Robert Doru quiere mi cabeza.

Se estremece.

—No solo tu cabeza.— espeta, recordándome enseguida la amenaza hacia mi bebé.— Lo siento.— murmura al sentir mi cuerpo entrar en tensión.

—Está bien, no te disculpes.- le dedicó una pequeña sonrisa. Lissa asiente, la determinación vigente en sus ojos. Intento ver a través del vínculo lo que está pensando, pero choco con una gran barrera.

¡Ella me está bloqueado! ¿Por qué?

—Rose, eres mi hermana y te quiero, al igual que quiero a mi pequeño sobrino en camino.— pone su mano en mi vientre.— Y por eso, porque te quiero, es que tomo ésta desición.— suspira.— Tú y Dimitri deben irse de la corte.

Academia de Vampiros: Nada es ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora