Capítulo 33

200 14 0
                                    

POV Rose
 
 

 
Dicen que cuando estás a punto de morir ves la vida pasar ante tus ojos, pero al parecer he estado tantas veces en ésta misma posición que, ya llegados a éste punto, eso no me afecta tanto como debería.

¿Eso está mal?

Tener frente a frente a la persona que no solo ha tratado me asesinarme a mí, sino que también a mi bebé, trae un sentimiento horrible de odio puro y ganas incontrolables de matar a sangre fría, hasta yo misma logro horrorizarme un poco por tales deseos, pero viendo ante mi la amenaza, el peligro y lo mal que podría resultar todo esto, no me arrepiento de ellos.

Pero lo cierto es que, quiero que sufra, quiero verlo morir lentamente, quiero que pague por lo que le hizo a Lissa, porque por su culpa tanto ella como sus bebés estuvieron al filo de la muerte.

Sin embrago, sé que es inútil, no puedo hacer nada más. Estoy agotada, tanto mental como físicamente, hice todo lo que pude por mantenerme en pie, por defenderme, por defender a mi bebé. Lo único que pido es poder ver por última vez ojos marrones chocolatosos que tanto amo, que si llego a morir aquí hoy, por lo menos que encuentren mi cuerpo justo a tiempo para que puedan salvar a mi hijo.

Acaricio mi vientre, sabiendo que ésta es la última vez que lo podré hacer.

—¿Últimas palabras, Rose?— pregunta Robert, una sonrisa burlona en su asqueroso rostro.

—De hecho, si.— respondo, mi voz saliendo más fría que nunca.— Pueden pudrirse en el infierno, malditos hijos de puta.

La sonrisa burlona de Robert cae, solo para ser reemplazada por una mueca de molestia.

—Acábala, ya me aburrió.— ordena Robert.

Ella sonríe y, a continuación, se escucha un atronador disparo.

   
 

[•••]

 
 
 

Doce horas antes...
 
 
 

—¡Maldición!— exclamo.— Lo sabía, sabía que Robert no se quedaría de brazos cruzados, sabía que solo estaba esperando para atacar.— estoy furiosa.— No puedo creer que haya sido tan tonta como para descuidarme.

Ese maldito ya tenía un plan y por supuesto que era éste, y gracias a mi descuido está aquí, atacándonos de frente, a la corte... Atacando a personas inocentes que no tienen la culpa de nada. Al final mi mal presentimiento resultó ser cierto.

—Cálmate, Rose.— pide Lissa, suspiro.

Ella está igual de afectada que yo.

No sabe cómo actuar, no sabe cual será su siguiente orden, nunca había pasado algo igual similar en su corto tiempo como monarca, lo único que sabe y de lo que está segura es que debe tomar las riendas del asunto, es la reina y estamos bajo ataque, sus pensamientos van y vienen, sus preocupaciones se arremolinan, y por otro lado, tiene a dos bebés a los cuales también debe proteger, también piensa en los de Sydney, los hijos de las hermanas de Dimitri y en mi pequeño bebé aún no nacido.

Poco a poco la desesperación comienza a llenarla, el pánico, y cuando está a punto de perder el control y decido que debo intentar calmarla, me detengo, sus pensamientos una vez más filtrándose en mi cabeza:

«Vamos, respira, éste no es el momento de entrar en pánico. Eres la reina. Debes ser fuerte.»

Y como si un balde de agua fría le fuera caído encima, se le ocurre una idea.

Academia de Vampiros: Nada es ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora