Parte 3

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Pasó un año desde los últimos sucesos, tenía 8 y no sabía nada acerca de pañales, pero igual el sentimiento de querer usarlos nunca salió de mi cabeza.

Por el mes de mayo, se mudaron unos nuevos vecinos a un par de cuadras de mi casa. Un día jugando en el parque de mi barrio conozco a un niño que no había visto antes, ese era mi nuevo vecino, me hice amigo de él rápidamente, ya que soy una persona muy amiguera. Nos comenzamos a ver de manera recurrente para jugar en el parque, hasta que un día el me invitó a que conozco su casa.

Fuimos, su casa era de estilo moderno y elegante a la vez, con grandes ventanales de marco plateado, y pintada de blanco y gris. Por dentro era grande y amplia, en la parte superior había una sala con un televisor con videojuegos, y cuatro habitaciones.

Quedamos viendo televisión en esa sala, cuando se acerca alguien a ras del suelo, volteo y era su hermana quien en esa época no pudo haber tenido más de un año edad. Apenas al verla ya sabía lo que significa. ¡Pañales!

Traté de no ser tan obvio acerca de lo que quería, así que no le di importancia a su pequeña hermana y seguimos jugando. Quería llevar a cabo un proceso, pero tomaría tiempo, aunque la paciencia necesaria si la tenía.

Pasaron un par de días, y seguía siendo igual iba a la casa de Milenko, así se llamaba, y jugábamos como de costumbre. Un día que su hermana estaba por ahí cerca, le comencé a hacer preguntas sobre ella. -¿Como se llama tu hermana?-. Dije.

-Alenka-. respondió. -Ya está más grande-.

-¿Que cuantos años tiene?-. Pregunté interesado.

-Entre 6 a 10 meses, creo-. Dijo dubitativo.

-No está tan grande, para mí la manera de saber si ya está grande o no es si sigue usando pañales-. Dije con mucha seguridad. -¿Usa pañales?-.

-Si, jaja no es tan grande entonces-. Dijo el.

-Sigue siendo pequeña-. Repliqué.

Luego de eso seguimos jugando como de costumbre. Me fui de su casa y lo de los pañales me daba vueltas en la cabeza. Cada día que pasaba y visitaba su casa, hacia que aumentara mi desesperación.

Un día ya frustrado, fui a su casa y puse rumbo en marcha mi plan, jugamos como de costumbre y en un momento le digo: -Milenko, quiero ir al baño-.

-Dale anda, no te demores-. Dijo.

El cuarto de Alenka justo quedaba alado de la sala, mientras que el de Milenko quedaba más apartado, por eso le dije: -El tuyo queda muy lejos, y no me aguanto ¿Puedo ir al de Alenka?-.

Respondió de manera afirmativa, y seguido de eso corrí al cuarto de Alenka mientras se me dibujaba una sonrisa en el rostro. Al abrir su cuarto este era rosa, como de princesas, no le preste mayor atención y seguí al baño, me encerré con seguro y pegué un gran suspiro.

Con el corazón en mi garganta y mis temblorosas manos, comencé a abrir uno por una los cajones del baño, con el mayor silencio posible. Hasta abro un cajón y mi mente exclamó "BINGO". Los había encontrado, y tenía un cajón repleto de ellos, y en el cajón abajo de ese estaban los paquetes. Cogí un paquete y comencé a leerlo, estaba muy emocionado.

Cuando terminé de leerlo, comprobé que los pañales que estaban arriba eran los mismos que los del paquete, unos Huggies Natural Care de paquete rojo, con estampado de Winnie Pooh. Agarre uno y lo doble más de lo que ya estaba, y lo metí en mi bolsillo, que se veía abultado.

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(En la foto están los huggies Natural Care de esa época "2007" cuando tenía 8 años, esos son los que yo use, la talla no estoy seguro cual fue)

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(En la foto están los huggies Natural Care de esa época "2007" cuando tenía 8 años, esos son los que yo use, la talla no estoy seguro cual fue).


Salí del baño, fui donde Milenko y le pregunté la hora. -Son las seis de la tarde-. Dijo.

-¡Ya es muy tarde tengo que irme!-. Exclamé mientras salí corriendo, bajé las escaleras y salí de la casa. No me detuve hasta llegar a mi casa y encerrarme con seguro en mi baño.

Ahora si estaba tranquilo, saqué el pañal y me quedé como me trajeron al mundo. Emocionado y agitado, desplegué el pañal, me acosté en el suelo, y trataba de imitar lo que pasó ese día cuando tenía 4 años. Alcé las piernas y con mucho esfuerzo deslicé mi pañal por debajo de mi trasero. Las bajé, doblé la parte delantera y pegué las mágicas cintas adhesivas. Me excitó el simple hecho de ponerme un pañal.

Desde la primera vez que me puse un pañal (desde ese momento lo cuento), juré que cuando esté con uno puesto, no me podía aguantar las ganas de algo, si me daban ganas de lo que sea tenía que hacerme encima, como un bebe de verdad que no se puede aguantar, pues yo tampoco cuando estoy en pañales, hasta día de hoy mantengo esa costumbre.

Comencé a gatear y a comportarme como bebé, pero eso sí, sin hacer el más mínimo ruido para que nadie sospechara, fantaseaba con que era él bebe de la portada del empaque de los pañales Huggies, incluso trataba de imitar sus posiciones. Sentimientos mágicos se apoderaron de mi mente, dejando volar mi imaginación.

Seguido de eso comencé a sentir una ligera presión en mi región pélvica, me habían dado ganas de orinar, y estaba emocionado, traté de mojarlo y cuando las primeras gotas de la lluvia dorada comenzaron a salir, cada músculo de mi cuerpo se contrajo para no dejar salir otra sola gota. Traté de hacer por varios minutos y no pude. Decidí relajarme y poco a poco sentí como me iba rodeando de un caliente líquido que hacía contacto con mi piel, brindándome una de las mejores sensaciones que he vivido, y luego este era absorbida por el pañal que se inflaba como una grande y cálida nube.

Luego de esto me iba a quitar el pañal, pero me dije "No está completo, tengo que ensuciarlo, solo así me lo quitaré". Por suerte si tenía ganas de defecar, comencé a pujar, pero no quería salir, así que seguí pujando con cada vez más y más fuerza, hasta que comencé a sentir como una vara iba saliendo de mí, y se chocaba con las paredes del pañal ocasionando cierta resistencia por la cual debía pujar más duro. Hasta que salió todo, sentí un grande, pegajoso y caliente leño entre mis glúteos. Fue una experiencia muy agradable y grata.

Me senté por accidente, y aprecié como esa bola de caca que tenía en medio de los glúteos se iba expandiendo hasta manchar y llegar a cada rincón y borde del pañal. Fue algo inolvidable. Luego de estar así un rato. Decidí quitármelo. Me acosté en el piso, abrí las cintas y las doble, traté de seguir exactamente los mismos pasos que hicieron con mi primo Adrián, cuando yo tenía tan solo 4 años. Cogí la parte delantera del pañal e hice una primera barrida con esta, luego cogí papel y me comencé a limpiar de manera más detallada. Comprendí lo que difícil que era cambiarse uno mismo el pañal, ya que no pude limpiarme bien. Desde ese día deseo tener a alguien que me los cambie cuando los ensucie.

Luego cogí el pañal lo enrollé y lo tiré a la basura, y me metí a la ducha. Esa fue mi primera experiencia utilizando, mojando y ensuciando un pañal limpio.

Mi infancia en pañales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora