Parte 13

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Pasó alrededor de un año, ahora era noviembre del año 2010 y tenía 11 años. Me encontraba cursando mi último año de primaria y faltaban pocos meses para concluirla, mientras mi preadolescencia me estaba tocando la puerta de mi casa.

En ese momento tenía un buen amigo llamado Juan Martín, la pasábamos muy bien en el colegio, y siempre conversábamos, compartíamos casi las mismas aficiones, usualmente él iba los viernes después de clases a mi casa a jugar. Un día recibo una carta, cuando la abro no era nada más ni nada menos que la invitación al cumpleaños de Juan Martín, en su casa. Esto se llevaría a cabo en un par de semanas.

Estás pasaron y el día llegó, no era la primera vez que iba a su casa, pero si la más especial de todas. Llegué y todo parecía ser un cumpleaños normal, torta, piñata, jugar videojuegos, y bañarse en la piscina.

Estuvimos todos los invitamos horas en la piscina, hasta que era momento de cambiarme y comer del pastel de cumpleaños. Cuando me voy a cambiar el baño se encontraba ocupado, la mamá de Juan Martín me dijo que me vaya a cambiar al baño de adentro.

Entre y la casa estaba desolada cual pueblo fantasma, no había nadie, la casa tenía una sola planta y para ir al baño de visitas tenía que cruzar un largo corredor, a los lados de la pasarela se encontraban los cuartos, iba pasando uno por uno hasta que veo algo verdaderamente brillante con el rabillo del ojo.

Seguí recto hasta que la curiosidad me mató, volví a ese punto, era el cuarto de la hermana de Juan Martín quien se encontraba durmiendo en una cama con barandas, al parecer ella tenía unos tres años, pero no tengo la total seguridad. En ese momento en una fracción de segundo, en menos tiempo que un parpadeo pensé que ella podría usar pañales.

Entré al cuarto violeta con decorados de princesas, tenía que hacer silencio o sino la despertaría y toda la operación tendría que ser abortada. Era impresionante como la caída de un alfiler podía hacer más ruido que mis silenciosos pasos. Fui revisando de manera ordenada cada ropero y cada cajón del cuarto, hasta que abrí uno que incluía la mejor de las sorpresas.

Dentro de este había un solo pañal, y al lado se encontraba el paquete de estos nuevo, totalmente sellado. Aunque mis ganas y mi conciencia me pedían a gritos que abriera el paquete nuevo y cogiera varios, mi parte pensante decía que iba a ser muy sospechoso, se darían cuenta al instante, y que solo debía coger el único y marginado pañal que no se encontraba dentro del paquete.

Así lo hice, cogí el único pañal que se encontraba fuera del empaque, quizá perteneciente a alguna caja ya acabada, me cercioré de que el pañal que estaba cogiendo era el mismo que el del paquete, y salí con la misma sigilosidad del cuarto. Me dirigí al baño que se hallaba al final del pasillo.

Cerré la puerta del baño, y saqué ropa para cambiarme, la ropa que se encontraba mojada por la piscina la metí en el bolso que llevaba, y envolví el pañal dentro de la toalla que había llevado. Lo que más deseaba es que mis padres me pasarán recogiendo lo más rápido posible, para llegar a mi casa y poder usar de manera a gusta y tranquila el tan anhelado pañal.

Salí del baño y seguí jugando con mis amigos hasta que me vinieron a ver, y me llevaron a casa. Una vez en está, subí al baño, cerré con llave, saqué el pañal y me lo quedé observando para investigarlo.

Se trataba de un pañal nacional, que tenía estampado de Barney en la parte anterior, solo unos cuantos dibujos, no tenía tantos como los otros, pero esa simplicidad me atrajo bastante, aunque el pañal era muy simple, muy básico. Eran los Pañalin Ultraseco.

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Mi infancia en pañales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora