7. Intensidad

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Miriam asintió con la cabeza siguiendo a duras penas la conversación con Thalía en aquellos momentos; la chavala le caía bien, solo... era intensa. Por otro lado, Mimi no la toleraba para nada y en cuanto había aparecido por su zona en la sobremesa de la cena, ella había desaparecido. Y se habían quedado la recepcionista y la leona, allí, ligeramente apartadas del grupo en el restaurante.

Alargó la mano para coger el Frangelico con hielo que tenía en una copa, pero se quedó a medio camino de beber, porque al levantar la vista se encontró con una imagen que le hizo sonreír.

Mimi se abrazaba a Aitana mientras las dos se reían por alguna broma o por alguna tontería, de una forma bastante escandalosa.

Estaba preciosa aquella noche. Un pantalón de tiro alto, negro y lleno de brillantitos, junto con un top blanco que no dejaba mucho a la imaginación.

Miriam le dio un largo trago a su bebida cuando los ojos verdes se encontraron con los suyos a distancia:

-... y entonces sabes lo que me dijo el paciente... que... ¿Miriam?

-Perdón, se me fue la cabeza-apartó la mirada de su amiga.

-Ya, a mi también me pasa mucho. Creo que es porque tengo un poco de déficit de atención, nunca me lo han diagnosticado pero...

-Thalía, lo siento, tengo que ir al baño-se disculpó de verdad, pero sentía los ojos de Mimi aún en ella y necesitaba levantarse de allí-. Demasiada cerveza y esto tampoco ayuda...-señaló la misma bebida de la que acababa de beber.

-Claro, claro.

Una vez encontró los lavabos en aquel restaurante, o más bien era una bocatería, se miró en los espejos. Respiró con calma ante su reflejo; ¿por qué se había puesto tan nerviosa ante la mirada de Mimi?

Se pasó las manos por los rizos y los colocó buscando el punto correcto, a la vez que se intentaba calmar, pero entonces la puerta a su espalda se abrió de golpe.

Era Mimi.

La rubia le sonrió desde el umbral, a través del espejo en el que ambas se miraban, y luego dejó que la puerta se cerrara y les devolviera la privacidad en aquel lavabo.

-Gracias por abandonarme-soltó rompiendo el intenso silencio.

-Tú eres la que dice que es buena chica.

-Y lo es.

-Lo es-estuvo de acuerdo Mimi acercándose con lentitud a Miriam.

La gallega se giró y se apoyó en el mármol del lavamanos, ya de cara con su amiga:

-Solo... muy intensa.

-Me lo paso mejor con Aitana y Amaia.

-Ya te vi.

-¿Eso es que... me echabas de menos? ¿Necesitabas mirarme, Miriam Rodríguez?

Imbécil.

Miriam ni se lo pensó y se impulsó con la cadera para apoyar todo el peso en sus pies y quedar tan pegada a Mimi que sus alientos chocaron entre ellos. La granadina abrió la boca sorprendida por la nueva cercanía, pero no dijo nada, ni mucho menos se quejó cuando las manos de su amiga la acariciaron la piel expuesta del abdomen.

-Oye, al final no te pregunté...

-Dime, amor-le susurró de forma automática.

Parecía embelesada con ella...

Era el momento oportuno para preguntar:

-¿Nunca me dijiste si... te dejé marca?

Y con la uña del dedo índice le recorrió la yugular con tanta maldad en sus ojos y una sonrisa diabólica adornada en los labios. Obviamente estaba haciendo referencia a la noche en la que le mordió, justo ahí, después de jugar un par de partidas al billar...

-Que hija de...

Un segundo más tarde, y fuego en aquellos ojos verdes, Mimi empujó a Miriam haciendo que volviera a quedar acorralada entre el lavamanos y ella. Sus manos fueron directas a sus piernas para hacer que se alzara y quedara sentada en el mármol, con ella entre sus piernas.

Todo fue tan rápido que Miriam tan solo pudo gemir de sorpresa, agarrándose al cuello de su compañera de trabajo. El segundo gemido fue por placer, por parte de ambas, cuando sus cuerpos se encontraron.

La granadina fue rápida sacando la lengua y lamer los labios de Miriam, paseándose por ellos de forma provocativa y rápida...

-¿Me acabas de lamer la boca?-susurró incrédula por lo que acababa de ocurrir.

-Te la debía.

Mimi sonrió con prepotencia y se alejó del cuerpo de Miriam, aun sentada en aquel mármol del lavabo.

En aquellos momentos, era la de ojos verdes la que tenía la sonrisa perversa, y prepotente, en sus labios.

-Me acabas de lamer la boca...-volvió a decir la leona, aquella vez sin dudas en su voz.

Sin embargo, Mimi soltó una carcajada y estiró su mano para alcanzar el el pomo de la puerta, dispuesta a abrirla e irse...

¿De verdad se iba a ir así?

De un salto, Miriam alcanzó a Mimi cerrando la puerta entreabierta con una de sus manos, mientras que con la otra había agarrado a su amiga del brazo haciendo que volvieran a quedar cara a cara.

Aliento con aliento.

Sus bocas chocaron de golpe y ferozmente.

Ni siquiera se le podía considerar un beso, solo un choque intenso de bocas de más de cinco segundos.

-Ahora si, te puedes ir.

Y Miriam, con miedo a la reacción de la otra y de también de no poderse contener, volvió a mirar su reflejo evitando a Mimi.  

I've always liked to play (with fire) Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora