13. Tan lejos y tan cerca (I)

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-Explícame una vez más.

-Mimi, tía...

-Es que no lo entiendo, Miriam. ¿Por qué hacer la comida de Navidad en noviembre?

-¿Por qué no todas las personas pueden en diciembre? ¿Por qué es más difícil coincidir más de treinta personas en un mismo día y mucho menos ir a hacer una barbacoa en el campo? ¿Con parejas y niños incluidos?...

Mimi negó con la cabeza, por cabezonería, y Miriam se estaba desesperando:

-Sigo sin entenderlo.

Un segundo más tarde, Miriam levantó las manos soltando momentáneamente el volante.

-Menudo humor, chica. Si llego a saber que te pones así hoy, dejo que conduzcas tú. Al menos estarías más calladita...

-Pero...-le golpeó en el brazo, medio sorprendida y medio enrabietada-. Serás hija de...

-De mi madre-cortó a tiempo.

La granaína soltó un bufido irónico entre sus dientes:

-Puta.

-¡Eh, zorra!

-Es que... menudo ataque más gratuito.

-Mimi, reina, veinte minutos llevamos de camino y veinte minutos con el mismo tema. Me tienes hasta el coño.

-Pero es que...

-No, otra vez no. Háblame de otra cosa que aún quedan un par de minutos para que lleguemos.

Mimi miró por la ventanilla durante unos segundos; todo verde, montaña y senderistas a ambos lados de la carretera de tierra que estaban atravesando... Nada le importaba en aquellos momentos porque Miriam conduciendo era la cosa más sexy que había visto en mucho tiempo.

La verdad era que su mente, visto lo visto, no estaba en sus mejores condiciones.

Quizás tenga que conducir mucho menos a partir de ahora...

-No sé de qué quieres hablar.

-¿Vendrá Alan?

¿Quiere hablar de él?

-No.

La copiloto notó cómo su acompañante la miraba y se giró. Al instante, se encontró con sus ojos marrones durante medio segundo en aquel duelo dentro del Toyota Yaris, blanco, de Miriam:

-¿No?

-No lo sé, Miri. No sé si vendrá o no.

La leona volvió rápidamente la mirada a la carretera, a menos de veinte kilómetros por hora, casi buscando la manera de volverla a mirar sin causar un accidente.

-Oh.

-No hemos vuelto a hablar... ni a quedar.

-¿Por eso estás así de espesa hoy?

-¿Qué? No, Miriam. No es él.

La rubia puso los ojos en blanco, desesperada. ¿Por qué no la creía?

-Claro.

-Miriam, yo...

-Mira, ya hemos llegado. Esto debe ser el parking.

Mimi vio cómo su acompañante se quitaba el cinturón y salía disparada del coche, dejándola atrás.

Tan lejos de ella. 

I've always liked to play (with fire) Miriam²Where stories live. Discover now