22. Fuego

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Miriam, sentada en el taburete, levantó la vista de forma forzada una vez Mimi se colocó delante de ellos para golpear con su taco la bola blanca. Apartó los ojos con cuidado de no verse inmersa en aquellos pantalones negros de tiro alto que le quedaban tan bien; solo un poco de piel se veía entre sus pantalones y su top ancho y de media manga.

Ella aguantó la respiración e intentó disimular; se fijó en el local en el que se encontraban como forma de escapatoria. Su alrededor era una mezcla de muchas cosas y a Miriam le parecía hasta graciosa toda aquella dispersa variedad de decoración. Había banderas piratas, había una Harley-Davidson en la entrada; pósters de música pop y rock de los 80, al igual que la música; las mismas mesas de billar y un pequeño escenario, que parecía de karaoke; una barra alargada al final y todo tipo de mesas y asientos.

Es un todo y un nada, pero por la gente que hay..., parece un buen negocio, pensó una vez más Miriam por no mirarle el culo a su mejor amiga.

-¡¿Tú lo has visto, Miriam?!

La gallega bebió su cerveza y asintió con la cabeza, en realidad no había visto el golpe ni mucho menos a la rubia, pero se podía imaginar qué había pasado por el tono de indignación de Efrén.

-Es muy buena.

-¡Las dos lo sois! ¡Joder, a este paso Anne y yo no ganaremos ni una partida esta noche!

Horas antes habían decidido, nada más llegar al local con el coche de Efrén, jugar por parejas así sería más fácil y cómodo para todos; y a pesar de que ambas les habían advertido de que jugaban habitualmente, el aviso quedó ahí. La pareja había estado convencida de que iban a tener alguna que otra posibilidad de ganar.

Algo lejos de la realidad, visto lo visto hasta aquel momento:

-¡Solo queda la negra, leona!-gritó Mimi al fallar su tiro y colar la blanca, sin querer.

Miriam aplaudió contenta por el resultado de aquella partida; llevaban tres de tres y aquella iba a ser la cuarta victoria, si no se equivocaban al meter la negra de agujero.

-¿Qué tronera toca?-le preguntó, cuando Mimi llegó hasta ella y se apoyó en ella para beber de su propia cerveza.

-¿Qué me das si te lo digo?

La leona se relamió los labios y entrelazó sus brazos en la parte baja de la espalda de Mimi, aun sentada en el taburete mientras su amiga seguía de pie entre sus piernas

-¿No perder?-le respondió alzando una ceja.

-No me importa perder, estoy contigo. Así que piensa otra cosa.

Miró a Mimi a los ojos, para luego levantar su vista y mirar por encima de su hombro; Miriam vio a su hermano entretenido ayudando a Anne con su tiro. Era el momento justo y perfecto. Fue cosa de un segundo, un movimiento lento y a la vez fugaz por la cercanía que mantenían sus cuerpos; Miriam mordió con lentitud el labio inferior de Mimi marcando, aunque no fuerte, con sus dientes.

Fuego.

Era todo lo que sentía en su cuerpo.

Puro fuego: dentro de ella, entre ellas, en los ojos de Mimi que parecían haber cambiado de color, su respiración...

-Ahora no sé si quiero decírtelo...-el susurro llegó como un regalo a sus oídos.

Miriam apretó los labios formando una línea fina con ellos hasta dejarlos blancos de la presión que ejercía... para no lanzarse a besar a Mimi en aquellos momentos.

¿Qué había pasado con el pensamiento de darse un tiempo?

Una ligera, y muy mal fingida, tos fue la que les sacó de su burbuja.

I've always liked to play (with fire) Miriam²Where stories live. Discover now