11. Relación

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Llevaban de amistad más de tres años y jamás habían compartido un silencio tan incómodo cómo el que estaban viviendo en aquellos momentos en el interior de la ambulancia. Cada una haciendo la parte de su trabajo que le tocaba, pero sin la complicidad que siempre compartían en sus turnos juntas.

Miriam se mordió el labio inferior queriendo decir algo, pero sin saber muy bien por dónde empezar.

¿Cuándo se había jodido tanto su relación?

-No sé qué hacer-escuchó la voz de Mimi romper el silencio.

La leona suspiró agradecida al escucharla hablar por primera vez en los últimos veinte minutos:

-¿A qué te refieres?

En aquel momento, Miriam giró su cabeza para mirar a la conductora de aquella ambulancia; llevaba una coleta alta, recogiendo todo su cabello rubio salvo un par de mechones, y con una mano en el volante y la otra en la palanca de cambios parecía tan concentrada en su labor que durante unos segundos, esperando respuesta, la gallega pensó que quizás habían sido imaginaciones suyas...

-Con Alan. ¿Crees que debería cortar con él?

La copiloto en aquella ambulancia volvió a bajar la mirada hacia los papeles de la carpeta, que llevaba ordenando más de cinco minutos y sin ningún avance; solo para no tener que mirar a Mimi...

Obviamente las cosas no habían vuelto a ser lo mismo entre ellas.

-No sé, cari-le respondió sin saber muy bien que buscaba Mimi de ella-. Eso eres tú.

La leona escuchó el golpeteo de los dedos de Mimi sobre el volante, pensativa, pero se negó a volverla a mirar.

-¿Tú qué harías en mi lugar?

-Sabes que yo jamás te diría lo que hacer...-negó con rotundidad-. Eso no va conmigo.

-¡Pero ponte en mi lugar, Miriam!

Notó la presión de la mirada verde sobre ella, ¿qué otra cosa podía hacer sino...?

-¿Le quieres?

-No.

Por suerte, la respuesta fue tan rápida como la pregunta fue formulada; no hubo ni un ápice de dudas en ella.

-¿Quieres estar con él?

Fue entonces cuando el silencio volvió a asentarse entre ellas, al menos durante unos segundos.

-No sé.

-Ese silencio dice mucho...

Mimi dio un pequeño volantazo y en menos de dos segundos, aparcó en doble fila; se desabrochó el cinturón y posicionó su cuerpo de lado para quedar enfrentada a Miriam. La gallega imitó sus movimientos y sintió que su corazón se empezaba acelerar sin motivo alguno...

-Me ignora cada vez que quiere, Miriam-siguió con la conversación-. Y siento que solo me usa para el sexo.

-Pues ya me lo has dicho todo, reina.

Mimi jugueteó con los anillos que llevaba Miriam en sus dedos, y esta se dejó hacer. Sin embargo, en esos minutos de silencio en la ambulancia la leona no pudo evitar centrarse en aquel rostro tan bonito que tenía delante; en las pequeñas arrugas que se le creaban en la frente, por culpa de la concentración; en su mirada perdida; en lo suave que era su piel contra la suya; en cómo se lamía los labios y Miriam no pudo evitar imitarlo...

¿Por qué no le había mirado antes...? Ah, claro, las cosas están raras entre nosotras.

Daba ya igual, Miriam no pudo evitarlo y seguía mirándola de la misma manera: deseando algo más...

-Me estas poniendo nerviosa.

-¿Ah, sí?

Y sin querer, la copiloto le había contestado con coqueteo.

Mierda...

-Sí, no me mires así... y no me hables así que nos conocemos.

Los ojos verdes habían dejado de verse pensativos para parecer arder con aquel sol de cara que entraba por su ventanilla; Miriam soltó todo el aire que tenía dentro.

Literalmente, le había dejado sin aire aquella imagen.

-¿Ah sí, cómo?

-Ugh, amor-Mimi se giró mirando de nuevo hacia el volante de la ambulancia-. Ya sabes cómo.

Al estar libre de su contacto, la gallega apartó la mirada también y se mordió la lengua conteniendose:

-Vale, ya paro.

-Es que... no quiero que pares...

Fue un susurro que Miriam escuchó a la perfección, pero la sorpresa solo le dejó decir:

-¿Qué?

-Que al final, no me contaste tu cita... la del otro día.

En un acto rápido, la granadina volvió a arrancar la ambulancia y retomó el trabajo de conducir haciendo que su acompañante abriera y cerrara la boca, de forma intermitente, buscando alguna respuesta, aunque incrédula ante el cambio de tema tan radical:

-¿Cuál?...

-¿Ha habido más de una?

Miriam volvió a morderse la lengua, aquella vez insegura por lo que tenía que admitir: había habido más de una cita. En concreto, cuatro.

Cuatro desastres habían sido.

-Alguna que otra...

-¿Con el mismo chico?

-Jobá, Mimi...

Guardó la carpeta, que aún había estado en su regazo, con un golpe seco y se cruzó de brazos mirando al lado opuesto de Mimi, casi queriendo decir que la conversación se había acabado.

Lejos de la realidad.

-¿Y tú... tendrías una relación conmigo?

Miriam se quedó, de nuevo, sin aire... hasta que la radio dio una alerta. 

I've always liked to play (with fire) Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora