~(Capitulo 12)~

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~Varias semanas después~


Aceptar la liberación de Sirius resulto más difícil para aquellos que lo habían considerado siempre un criminal, asesino y traidor,  pero no se comparaba a aquellos que le habían dado la espalda cuando más lo necesitaba. 


Por ese y otros muchos motivos, los magos que antes habían sido cercanos a Sirius, tanto en la juventud y durante la orden del fénix, les era ahora difícil volver a tratarlo con normalidad, hasta incluso lo ignoraban y fingían que no existía. 


Era la muestra de lo que Harry llamaba "Vergüenza y Remordimiento"


Mientras eso pasaba, en la vida del azabache casi nada había cambiado, seguía quedándose en casa de los Weasley, y ya habían pasado varios días desde la ultima noticia de su padrino. Lo último que recibió de él fue una nota donde dejaba en claro que estaba bien y en una casa de "infierno". Harry sabía perfectamente donde quedaba esa casa y el motivo por el cual Sirius la detestaba, pero no podía ir a verlo, tenia que seguir ignorando el caso de que podía interferir en varios momentos decisivos, pero algo le decía que debía hacer algo o por lo menos escribir palabras claves en algún lugar para que alguno pudiera darse cuenta y actuar por su propia voluntad. 


Muchas ideas de ayudar se le pasaron por la cabeza, pero prefirió al final no interferir. Si bien no había comentado a Dumbledore sobre  el hecho de actuar contra todo lo que pasaría, sabia que se opondría, o tal vez le diría que eso solo ocasionaría peores cosas, más muertes, nuevos enemigos, destinos divididos y diversos momentos peligrosos. 


Pero cada hora que pasaba  era una tortura para la mente de Harry,  las escenas no le dejaban dormir, no era sencillo tener que mirar el rostro de la señora Weasley sonriente y pensar que dentro de algunos años su sonrisa no volvería a ser la misma.  


Y el clima que había no ayudaba en poder tolerar todo. En la madriguera si bien muchos actuaban con normalidad, Ron no se comportaba como antes, desde la liberación de Sirius se pasaba la mayor parte del día jugando al Quidditch con los gemelos o regañando de las tareas que le daba la señora Weasley, no se acercaba en lo mínimo a Harry, incluso se podría entrever a que lo evadía. Lo cual empezaba a despertar incertidumbre en el azabache, el cual solo esperaba que no fuera consecuencia de interferir en algo que no debía pasar aún. 


Aunque Harry quería entender su comportamiento, se le hacia algo inusual. Tal vez Ron no se sentía cómodo al tenerlo todo el día cerca, motivó por el cual no se habían conocido de la forma adecuada, no tenían conversación, ya no había una admiración, solo era otro niño más que por motivos se estaba quedando ahora en la madriguera. 

Harry solo esperaba que su presencia no se hiciera repetitiva, y pudiera tener el tiempo y momento adecuado para ganarse su amistad, y no ser solo considerado como el invitado más deseado y querido por sus padres. 


~•~

Una tarde, mientras Harry se encontraba sentado tranquilamente bajo un árbol a unos pocos metros de la madriguera, una lechuza algo vieja voló cerca de el a una velocidad media para su especie, incluso corriendo el peligro de aterrizar de golpe en la hierba recién cortada. Aquella ave era Errol, la peculiar y muy torpe lechuza de la familia, Harry la conocía muy bien por todos esos envíos fallidos que la lechuza había realizado. 


Errol por suerte logró su cometido esta vez e ingresó con éxito por una ventana que la señora Weasley logró abrir de inmediato para evitar un posible accidente del animal. 

Harry no se mostró curioso en lo más mínimo, siguió  bajo el fresco árbol de la madriguera, en ese momento lo que deseaba con todas sus fuerzas era  tener tranquilidad y la mente en blanco. 


Una tranquilidad que solo duró minutos. 


George se acercó rápido a él y lo empujó levemente en el hombro para captar su atención. 

—Si continuas sentado, sin vida en los ojos, terminaran llevándote a San Mungo—le dijo con una pequeña sonrisa. 


Harry parpadeo seguido, si había estado mirando un punto ciego, pero nunca pensó que podría parecer un loco. 


—Debes hacer algo con tu vida. Sabes, en estos momentos hay nueve gnomos que están peleando con Fred. ¿Quieres venir y apostar? O podrías también participar, aunque te advierto que uno tiene uñas largas. 


—Claro...—hablo Harry asintiendo despacio con la cabeza. 


Cuando estaban por dirigirse al lugar donde Fred estaba gritando. La señora Weasley saco su cabeza por la ventana y les informó:


—Alistence. Hoy mejor, adelantaremos las compras,  iremos todos al callejón diagon, hay muchas cosas que debemos hacer y organizar... Ya después les dire...— miro con seriedad a su hijo—. Y dile a Fred que si vuelve a jugar con esos gnomos terminara viviendo con ellos—termino con firmeza y cerro la ventaba volviendo a sus actividades. 


Harry no pudo evitar entrar en desánimo, se había dado cuenta de algo muy importante y algo frustrante: volvería a estudiar otros siete años. 

Segunda Oportunidad-HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora