Capitulo 23

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Y no me fui... me quedé a su lado. Aun sabiendo que él jamás cambiaría, que su oscuridad no se extinguiría. Me quedé, decidí hacerlo aunque muero de miedo, aunque después pudiera arrepentirme, porque aun iba a arrepentirme toda la vida si me iba y le decía que no. Descubres que estás enamorado cuando sabes que debes irte y no puedes hacerlo.

No solo lo elegí a él, sino que renuncié al resto. Lo hice por la delicia que es amanecer entre sus brazos, por el sabor de sus besos, por estar atrapada en sus deseos, amándonos con locura. Y si me preguntan cómo me gusta el amor, diría que complicado, rebelde, valiente, tormentoso y salvaje… tierno y dulce como sus labios. El amor al que llamo “Loki”, es el que más me gusta.

Me quedé en su mundo, en “Sigyn”. Fuimos felices, como desde el principio debió ser… fuimos los amantes perfectos, fuimos los inocentes extraños que se encontraron en aquel misterioso jardín de Aesir. Éramos suficientes, uno para el otro, vivíamos para amarnos, para mutuamente hacernos feliz. Yo lo era.

Loki solía irse. Me hice prometer que no volvería a preguntar por qué se iba, lo sé, estaba siendo una diosa egoísta… porque yo sabía bien lo que él tramaba en sus muchos viajes, yo sabía el porqué de todos ellos. Aun así siempre volvía, siempre. Y nunca lo hizo con las manos vacías, llevaba un regalo para mí, su amada esposa. Le curaba de sus heridas, nunca pregunté dónde ni cómo o quién se las había hecho… guardaba silencio, y él me acariciaba el rostro sabiendo que padecía por su causa, y a Loki le dolía igual mi aflicción. Pero me mantuve a su lado, amándolo.

No supe cuánto tiempo pasó. No sabía si era ayer… hoy… mañana, quizá… solo sé que Loki era mi presente, era el futuro al que siempre quise llegar, en el que tanto deseaba estar. Y luego, cuando creí que no podía ser mejor, concebimos a nuestro primer hijo al que nombramos Narfi… poco después nacería Vali.

A pesar de que pudo haber sido distinto, Loki resultó ser un padre maravilloso. Amaba a sus hijos, jugaba con ellos, les enseñó todo lo que pudo… sin embargo, nunca les introdujo acerca del odio, el rencor o la venganza. Se aseguró de que sus ellos no conocieran tan envenenados sentimientos y su más temible pesadilla era que Vali tomara rencor por su hermano mayor Narfi, o de manera viceversa. Él me lo decía cada noche entre lágrimas, era lo que le quitaba el sueño. Tenía cuidado de tratarlos con igualdad, de que ambos supieran lo mucho que los amaba… ni a uno más ni al otro menos. Loki luchaba para que sus hijos no padecieran en la misma oscuridad que lo sucumbía a él… quién iba a imaginarlo. El dios del caos, del fuego y la miseria… esforzándose por erradicar tales emociones enfermizas de sus propios hijos.

Después, Narfi y Vali fueron adultos. Salieron al cosmos a buscar su propio destino, la verdadera razón por la cual habían sido concebidos en el vientre de nuestro amor. Y nosotros fuimos jóvenes de nuevo, fue como volver en el tiempo… fue como iniciar una segunda vida, otra vez lo elegía a él.

Aun así nunca conseguí ignorar el sentimiento de miedo, de soledad, cada vez que lo veía irse… lloraba por días enteros cuando despertaba al alba y Loki se había ido, me dejaba sola con la misma promesa de que volvería. Lo hacía, regresaba. Pero yo temía que pronto no lo haría… así fue.

En el salón del trono se han reunido los dioses, protectores de los nueve mundos, todos furiosos y cansados por las fechorías de Loki que camina encadenado por pesados grilletes en sus manos, su cuello y tobillos, arrastra sus cadenas arrogante y sínico como solo el dios del caos puede ser, aun cuando se trata de que van a condenarlo. Odín lo mira sentado en su trono, con su centro en la mano, enfurecido también… ya no queda misericordia del Padre de Todo por quien hubo adoptado como su propio hijo.

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