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No todo resulta ser tan horrible como imaginaba.

La velada que comparto con Sunghoon, Daejin y Jiah es agradable y sorprendentemente entretenida; la comida que la más alta de las chicas se encargó de preparar es una completa delicia y, de nuevo, me sorprende el hecho de que hagan tareas domésticas tan básicas como cocinar por sí mismos la cena, considerando lo adinerados que son.

Vamos; una arquitecta, una diseñadora de joyas y un director de redacción (y majestuoso diseñador para Gucci)... Todos los habitantes de la casa podrían limpiarse el trasero con un billete de cien si así lo quisieran.

No me gusta generalizar, pero no todas las personas famosas y millonarias se molestan en preparar la cena para su familia. Bueno, esta lujosa residencia parece ser la excepción.

Daejin y Jiah se entretuvieron durante un largo rato contándome anécdotas de sus viajes mientras carcajeaban hasta las lágrimas. A pesar de que sus relatos incluían limusinas, aviones privados y destinos vacacionales que yo apenas podría pagar con cinco años de trabajo, es una sensación gratificante darme cuenta de que viven con los pies en la tierra. Saben que tienen dinero, pero aun así se muestran humildes y empáticas con el resto.

Park Sunghoon es un tema aparte. En otras palabras: es un ogro. Está callado, inmóvil y estoy seguro de que no me quiere aquí.

No puedo dejar de mirarlo y preguntarme mentalmente si él está tan silencioso solo porque yo estoy presente en su mesa.

—¿Y qué nos dices tú, chico? —Jiah se gira hacia mí, tomándome por sorpresa—. ¿Hiciste algo en tus vacaciones?

—Oh, no realmente. Luego de graduarme, me mudé al departamento que mi padre y mi madrastra me dieron por mi cumpleaños número veintidós y ahora estoy ahorrando para regalarles algo especial el día de su boda.

Daejin alza sus cejas con emoción y deja su vaso cargado de soju para mirarme.

—¿Qué tienes en mente, cielo? —Pregunta, naturalmente interesada—. ¿Cuándo es la boda?

—Será en exactamente sesenta y tres días, y mi idea principal es regalarles boletos para un crucero cuyo destino es Filipinas. Ellos siempre hablan de eso.

—Oh, suena increíble, los cruceros son asombrosos —Daejin agrega—. A no ser que seas alguien que tiene el estómago flojo y acabes vomitando luego de beber apenas un sorbito de cerveza —comenta, y mueve sus cejas con disimulo en dirección a Sunghoon.

El jefe rueda los ojos y pone en evidencia su fastidio leve.

—Sí, aunque solo es una opción... —agrego—. También tengo pensadas otras cosas.

—¿Y eso por qué, cielo? Créeme, un viaje por el océano renovará a tus padres, te lo aseguro.

Trago saliva y siento que la pena comienza a picarme en las palmas. Quiero ser honesto y por eso mismo no quiero responder.

—Porque no tiene el dinero suficiente —Sunghoon murmura mientras que, concentrado, revisa su teléfono.

Mi ceño se frunce con genuina indignación y mi boca se abre para responder, pero lo pienso mejor y al aceptar a mis adentros que no está equivocado con lo que espetó, decido mantenerme callado.

—No todos somos multimillonarios —replico, queriendo sonar enojado, pero no soy muy convincente al respecto.

Sunghoon levanta la cabeza para mirarme con una ceja arqueada. Expulso fuera de mi sistema el impulso de mostrarle el dedo medio.

TENDENCIA + TORPEZA [Sungsun]Where stories live. Discover now