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La alarma de mi teléfono se dispara cuando el reloj marca las seis con treinta de la mañana y me despierto exaltado. Me apresuro a apagar la misma y me permito rezongar durante unos instantes, a la espera de que todo mi sistema reaccione para poder levantarme.

Mis ojos se abren ampliamente cuando recuerdo que no estoy en mi casa. Carajo.

Tímido y desconfiado de todo lo que me rodea, me incorporo. Voy hasta el baño personal de la habitación y, aunque me cuesta un poco entender el mecanismo a base de botones de la ducha, consigo que el agua artificial comience a caer.

Joder, este diseño es tan sofisticado y seguramente costoso. ¿Por qué no pueden tener grifos, como un baño normal?...

Sin embargo, dejo de quejarme cuando el agua cálida y abundante humedece mi cuerpo. A diferencia de mi casa, no tengo que voltearme para que la ducha alcance cada rincón de mi figura.

A pesar de que me gustaría poder pasar más tiempo bajo esta increíble ducha, siempre he sido muy estricto a la hora de bañarme, porque detesto la idea de derrochar agua. Salgo de la mencionada y envuelvo una toalla en la parte baja de mi cuerpo.

Me visto con las prendas de Sunghoon que Daejin me entregó la noche anterior y le doy un vistazo al reflejo que ofrece el espejo. Me veo bien. Y no puedo evitar la sorpresa al notificar que mi jefe y yo somos básicamente de la misma talla.

Y aun así, él se atreve a llamarme nene.

Abandono la habitación lentamente, mirando hacia ambos lados del extenso corredor que conecta con las demás —y numerosas— habitaciones que posee el segundo piso de la mansión. En forma de un sonido no muy cercano, puedo escuchar que una ducha está en proceso, pero no sé de quién.

Bajo los escalones y la primera sonrisa del día se me escapa al ver que Gaeul está esperándome en el inicio de los mismos, moviendo su colita peluda. De repente, Fosco se une a ella y ambos aceptan con gusto mis caricias a sus cabezas.

—Hola, amiguitos —les murmuro, y el más grande me da un lengüetazo en la cara que me toma por sorpresa—. Yo también te quiero.

—Parece que estas dos criaturitas te han tomado aprecio muy rápido.

Me levanto de un impulso veloz al escuchar la voz suave de Daejin y mi primera reacción es efectuar una reverencia en su dirección. Ella me sonríe y me hace una seña para que me acerque.

—Buenos días, Sunnie —saluda con aquella nota tierna tan particular de ella—. ¿Qué quieres desayunar? Puedo ofrecerte café, leche, té o jugo. O todo junto.

Suelto una risa, y sin que la dama lo note, mis orbes se dan el lujo de analizar rápidamente su vestido azul tan delicado como elegante.

—Café, por favor —replico, y trago saliva antes de agregar—. Hoy se ve preciosa.

—Gracias, cielo. Por cierto, ¿pudiste dormir bien?

Asiento a modo de respuesta y, al mismo tiempo, ella me entrega una taza que contiene café caliente.

—¿A qué hora se supone que debes estar en la oficina del dinosaurio? —Daejin interroga y chequea el horario en su reloj de pulsera—. Me iré en aproximadamente veinte minutos, puedo llevarte si quieres.

—Eso sería estupendo, señorita Byun. No sé cómo agradecerle toda su hospitalidad y amabilidad.

—Ya te dije, somos amigos. Y los amigos se ayudan, cuidan y quieren entre sí.

Sus palabras me roban otra sonrisa. Luego, levanto mi taza para que hagamos un pequeño brindis, aunque libre de alcohol.

Mi cuerpo –al igual que mi corazón– da un salto cuando notifico que Park Sunghoon aparece, puedo jurar, por arte de magia. Ni siquiera lo he escuchado acercarse. Le dedico una mirada disimulada y me sorprendo al verlo despeinado, considerando que él siempre mantiene su cabellera impecable y en orden.

TENDENCIA + TORPEZA [Sungsun]Where stories live. Discover now