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Desearía sentirme incómodo.

Carajo, cómo me gustaría estar acompañado por mis tics nerviosos y que mis manos sudasen ahora mismo.

Pero no. Me siento más tranquilo que nunca y, aunque trato de convencerme de que Sunghoon no tiene nada que ver con esta sensación de relajación pura, sé que estoy mintiéndome a mí mismo.

A pesar de que nuestra relación es un desastre, este hombre es la razón por la que soy un océano calmo y sosegado. Ser consciente de su cercanía llena mi corazón de paz.

No puedo evitar recordar a mis compañeros y compañeras de escuela; cuando estaban cerca de la persona que les gustaba, ellos solían decir que sus latidos se aceleraban, que temían que el corazón se les saliera por la boca a causa de la inquietud... Y, debido a eso, ahora solo tengo una única pregunta en mente: ¿hay algo mal conmigo?

Nunca, nadie, jamás me había gustado tanto hasta que Sunghoon apareció. Y aunque al principio me sentía intimidado por su imponente presencia y su mirada tan inescrutable, ahora podría pasarme toda la vida a su lado sin sentirme ni un poco alterado.

Ni siquiera la expresión furiosa, esa que está tallada en su rostro, logra evitar que me sienta a salvo a su lado.

Estúpido y hermoso Sunghoon.

Una de sus manos está sujetando el volante del coche y la otra sostiene su vaso plástico cargado con café caliente. El silencio sepulcral que se lleva a cabo dentro del Bugatti se ve interrumpido cuando el teléfono de Sunghoon suena, pero él rechaza la llamada.

—¿A dónde vamos? —Pregunto con genuina curiosidad, pues he notado que el curso del ostentoso auto francés no va en dirección a su casa, ni a la empresa, ni a mi apartamento.

—A encontrar un lugar silencioso.

—Puedes simplemente aparcar en cualquier espacio disponible.

Sunghoon suspira con pesadez.

—¿Por qué te gusta discutir todas mis ideas? Sabes que no me gusta el ruido.

Ruedo los ojos ante el resentimiento inconfundible en su voz.

—Tengo que volver a casa pronto. Necesito... —Las palabras mueren antes de que pueda soltarlas, pues no quiero humillarme al decirle que debo seguir buscando un empleo—. Me quedaron algunas cosas pendientes.

Sunghoon opta por no contestarme y seguir con la mirada fija en la carretera que transitamos. Mi vista se distrae observando las calles pasar a través de la ventanilla, y consigo notificar que la mayoría de las personas que concurren las aceras no pueden evitar darle un asombrado vistazo al vehículo en el que me encuentro.

No los culpo. Incluso yo me siento maravillado por este auto... Pero mucho más por el propietario.

Carajo.

El coche deambula por diez minutos más hasta que se adentra en un callejón, bastante apartado de la civilización. Mi ceño se frunce y lentamente me giro a Sunghoon.

—¿No te parece un poco... Peligroso? —Digo, y me apresuro a agregar—: Me refiero a, ya sabes, aparcar aquí.

—Solo un idiota se atrevería a intentar robarme.

Estoy a punto de continuar con mi preocupación, cuando él presiona un botón del gigantesco tablero y escucho que las puertas del vehículo se bloquean automáticamente.

—¿Qué mierda...? —Murmuro.

Siento que la mirada de Sunghoon está detenida en mi persona, pero no me atrevo a encararlo. Sé que voy a perder el hilo de todos mis pensamientos en cuanto lo observe a los ojos.

TENDENCIA + TORPEZA [Sungsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora