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Muy de a poco, puedo percibir que le estoy ganando la batalla a mi propio sistema cuando comienzo a escuchar voces distorsionadas, poco entendibles para mi cerebro desvariado.

Se siente como una parálisis del sueño, aunque sé bien que no estoy dormido por decisión propia. El dolor punzante que atacada cada zona de mi cuerpo se intensifica más y más conforme voy recuperando la consciencia y, honestamente, me da miedo despertar.

No estoy preparado para ver con lo que me encontraré. 

Una mano cálida que se siente familiar está sobre la mía, dándome caricias suaves y circulares.

Y, finalmente, consigo abrir mis párpados. Al hacerlo, mi visión da de lleno con una deslumbrante luz nívea.

Tengo muchísima sed, pero no encuentro el sonido de mi voz apenas recobro el sentido común.

Desorientado, mis orbes se pasean vagamente por la desconocida habitación en la que me encuentro. No entiendo un carajo, solo sé con seguridad que no estoy en mi casa. Unas persianas bajas cubren la pared que tengo al costado, y logro notificar que afuera está asentada la noche fría de Seúl. El colchón es algo duro pero las almohadas son suaves y grandes. Sin embargo, un molesto pitido que suena muy cerca de mí, logra irritarme de inmediato.

Un siseo adolorido que no llega a transformarse en un grito se me escapa cuando hago el estúpido intento de levantarme.

Es entonces cuando siento que dos pares de manos me detienen.

Al mirar hacia la derecha, el rostro de Sunghoon aparece en mi campo de visión y su imagen se mezcla con el mareo de cabeza que me ataca. Sus manos me empujan suavemente de regreso a las almohadas.

En ese momento, me percato del yeso blanco que recubre la extensión de mi brazo derecho.

¿Qué mierda me pasó?

Sin tener una idea fija sobre el horario y mientras que todo en mi mente da mil vueltas por segundo, un doloroso recuerdo de imágenes me golpea de lleno. Rememoro, muy intermitentemente, lo que ocurrió luego de que salí de ese Starbucks.

El auto. Los golpes. Mis súplicas. Shim Jaeyoon.

—Daejin —es lo primero que mis cuerdas vocales logran formular y siento que los ojos comienzan a picarme debido a la incertidumbre—. ¿Dónde está?, ¿está bien?

—Sí, tranquilo —me habla con un tono sosegado y dulce—. Ella acaba de ir con tu mamá a comprar algo para comer.

Entonces me percato de la presencia de una segunda persona, justo en el lado izquierdo de la cama de hospital en la que me encuentro. Los ojos de Soojin, cuyos rasgos son muy similares a los míos, me observan con genuina preocupación.

Ah, carajo.

—¿Qué sucedió? —Suelto, pero por dentro me siento un poco inquieto y no necesariamente se debe a las molestias físicas que estoy experimentando.

¿Qué mierda hacen estos dos tan... cerca? Carajo. Durante un segundo pienso que sigo atrapado en una pesadilla y que todavía no he despertado.

—Unos tipos te... —Soojin comienza a decir pero hace una pausa, y la conozco tan bien que sé que está buscando las palabras adecuadas para expresarse—. Te secuestraron, Sun, y te dieron la paliza de tu vida.

—Oh —murmuro con sorpresa. Eso explica los agudos dolores que me perturban hasta en la punta del pene—. ¿Fue mucho?

—Tienes una muñeca y tres costillas fracturadas, dos dedos rotos, una contusión en la cabeza y hematomas por doquier —mi prima me informa.

TENDENCIA + TORPEZA [Sungsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora