Pride

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FELINETTENOVEMBER

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DIA 6:

Pride

Orgullo.

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La corbata de pajarita no le gustaba nada. Ya bastante tenía con meterse en un esmoquin de baile, cuando en realidad lo que quería era un sencillo traje de tres piezas.

Pero ahí estaba, con guantes blancos, pantalones negros ajustados, chaqueta corta y estrecha, también negra, la bendita corbata de pajarita y una gabardina de lanilla muy tupida de color gris oscuro. Su cabello peinado como siempre. Sus zapatos brillantes como siempre.

- ¿Estás listo, Félix? - preguntó su madre, con tono amable.

Amelie Graham de Vanily había llegado esa mañana misma desde Londres. Vestía de manera aparentemente sencilla, pero elegante. Un vestido de seda blanco marfil, de una sola capa y que se amoldaba perfectamente a su cuerpo. También llevaba guantes largos, y un collar de perlas en el cuello. Unos pendientes de diamantes. Un pequeño bolso en sus manos. Y llevaba el cabello suelto, arreglado en suaves ondas color miel que caían sobre su pecho.

Era una recepción prenavideña en la Embajada Británica. Una fiesta para gente adinerada, ya sean plebeyos o nobles, a la que sólo habían invitado a lo mejor de la sociedad inglesa que radicaba en París.

Y él, luego de una semana muy agobiada, no tenía ningunas ganas de salir de fiesta, ni de soportar una cena con cóctel y baile, rodeado de personas desconocidas.

- Lo estoy. - masculló él.

Amelie sonrió, con algo de tristeza y resignación. No eran buenos tiempos para ellos dos. Ella lo extrañaba pero, en Londres, Félix no tenía un sitio donde estar. Con ligereza, Amelie se acercó a él y con sus finos dedos, le ajustó aún más la pajarita de color rojo oscuro que él llevaba.

- Tienes que entender Félix, tu padrastro espera de tí muchísimas cosas...pero no ahora. Cuando tengas veintiuno, o cuando termines la universidad...hazlo por mí, háblale otra vez... no me gusta que ambos estén peleados. Tú eres el heredero, y él sólo está cuidando tu patrimonio. ¿Lo entiendes, cielo? -

Hubiera querido entenderlo. De verdad hubiese querido hacerlo, pero un buen día, su madre, Amelie, entró contentísima y exultante a la mansión, interrumpiendo su practica de violín y ahí, a quemarropa, le anunció que se casaba nuevamente. Y que la felicitara, porque el amor había vuelto a su vida. Después de tantas lágrimas y desesperación, su madre reía, aunque detrás suyo, también otro hombre, desconocido, reía con ella.

Su padrastro.

No lo toleraba en lo absoluto. No después que ése hombre se hubiese infiltrado en la compañía de los Graham y desde ahí, guiara con mano dura las finanzas y el patrimonio, pasando sobre su autoridad. Traspasando apoderados y realizando operaciones comerciales que eran preocupantes, restringiéndole la información y haciéndolo a un lado en cada negocio.

Félix era joven, pero no estúpido.

Su madre se guiaba por el amor. Y él, debía guiarse por sus intereses.

- Lo entiendo, madre. -

Pero no lo entendía. No podría hacerlo. Dejarse llevar por los sentimientos podría acarrear muchísimas pérdidas , pérdidas económicas y de bienes.

El amor.

El deber.

Félix suspiró mientras retrocedía un paso y guiaba a su madre hasta el coche de lujo que él usaba en París. Partieron, en absoluto silencio, desde el Grand Hotel hasta el salón de baile que el consulado británico había dispuesto para la fiesta. No hubo palabras amables, ni besos en la mejilla, ni confidencias. Félix miró por el espejo retrovisor en una de las tantas maniobras, y logró ver en el reflejo, el asiento de atrás.

--La verdad sobre el amor-- **Felinette November 2021**Where stories live. Discover now