Capítulo 4

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Narrador

Harry nervioso abrió las pesadas puertas negras que se presentaron ante él en el séptimo piso, cuando cerró y observó la habitación quedó maravillado y sorprendido. Lo que encontró fue una sala de duelo, había una chimenea muy parecida a la que había en su sala común, en el centro se concentraba una plataforma bastante amplia, al fondo una pequeña sala con sillones rojo oscuro y una mesita da caoba entre ellos.

Emocionado se dirigió al fondo sacando de entre sus ropas el diario dejándolo sobre la mesa, ya listo con eso le dio la espalda a la mesa revisando en su mochila uno de los libros de aparición, lo leyó una vez más repasando con nerviosismo las consecuencias de no hacer una buena aparición.

-Por fin te veo pequeño león.

Harry exaltado por escuchar una voz de barítono suave que le envió un escalofrío por todo el cuerpo se giró con varita en mano la cual cayó al suelo ante la vista que encontró tras de sí. Frente a él se encontraba el chico más guapo y encantador que gabía visto de cabello castaño oscuro que le llegaba cerca de la oreja con pequeñas ondas, piel blanca, una leve sonrisa en sus perfectos labios, aproximaba unos 16 años y bastante alto, pero lo que lo hizo casi caer fueron sus ojos de un gris azulado como un cielo nublado.

La mirada que recibía del joven lo distrajo por completo de que su cuerpo se encontraba de forma nublosa como un fantasma muy corpóreo con el uniforme de la casa de Slytherin de segunda mano, pero que en su cuerpo se veía tan elegante.

Tom quedó petrificado en su lugar admirando a Harry, cabello negro con reflejos rojos alborotado siendo una característica de los Potter, piel bronceada, bastante bajo para su edad, ropa de segunda mano desordenada que le daba un aspecto salvaje, pero inocente y, finalmente, sus ojos. Casi se le corta la respiración al enfocar los suyos en aquellos verde esmeralda, pero mucho más brillante que le recordaba a la maldición asesina.

Ninguno de los dos se dio cuenta, pero al estar uno frente al otro y Tom de la manera más corpórea posible su magia se agitaba a su alrededor casi tocando la contraria. Los trajo a la realidad la forma en que su alma cantaba en presencia del otro y su magia los invitaba a acercarse.

-¿T-Tom?

La voz suave de Harry trajo toda la atención del mencionado quien, si no fuera porque él era su pequeño león lo hubiera cruciado por la impertinencia de siquiera decir aquel asqueroso nombre Muggle. Sin embargo, en los labios del azabache se sentía tan correcto y magnifico que deseaba escucharlo una vez más.

-Sí pequeño león, soy yo -Se acercó un poco controlando la poca magia que tiene en este momento.

-¿Có-cómo es po-posible?

-Magia -Contestó simplemente quedando a solo un paso de distancia.

Ninguno de los dos dijo nada en por lo menos unos pocos minutos tomándose el tiempo de observar con más profundidad a su contrario y tratar de controlar ese tirón que los incitaba a estar más cerca, a envolver al otro con su magia.

-Deberías practicar Harry.

-Oh, eh, s-sí.

Harry bajo la mirada sintiéndose muy nervioso de un momento a otro, no estaba preparado para ver a Tom, ni siquiera sabía que era posible eso. Sin embargo, no se quejaba en lo más mínimo, se sentía tan feliz de estar en su presencia sintiéndolo tan cerca que automáticamente se relajó por completo permitiendo que se concentre.

-Recuerda lo que has leído, concéntrate, ve en tu mente el punto al que quieras llegar, concentra tu magia y aparece.

Siguiendo las indicaciones de Tom cerró sus ojos teniendo en la mirada una cruz roja a un metro, la cual había colocado hace solo unos segundos, se concentró en ella manteniéndola en su mente hasta que sintió un tirón en su estómago lo que lo llevó a estar en el suelo muy mareado.

Mi Alma GemelaWhere stories live. Discover now