CAPÍTULO TRECE

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XIII

-El amor es eso: ser con alguien, no de alguien. -

DAKOTA

―No tienes que quedarte.

Mis palabras suenan silenciosas, aunque lo suficientemente claras para que el las escuche. Daron levanta la cabeza mirándome fijamente con sus intensos ojos oscuros, detiene el movimiento de sus dedos que hace segundos jugaban con un antiguo brazalete en mi muñeca que le pertenecía a mi madre.

―Es verdad, no tengo que― dice, y vuelve a girar su cabeza hacia el frente apoyando la espalda en el respaldo de la silla y continuando el movimiento de sus dedos sobre los míos. Me le quedo mirando un largo momento hasta que habla― ¿Tú quieres que me vaya?

―No, claro que no― contesto demasiado rápido. Noto que una pequeña sonrisa esboza sus labios― pero, mañana tenemos escuela y...no lo sé, tal vez tenías algo que hacer...―dudo en mis palabras.

Daron se hunde de hombros― no tengo nada que hacer, sinceramente― responde con simpleza― y aunque podría ir a mi casa...es mil veces mejor estar aquí. Allí hay una visita bastante inesperada― su sonrisa se borra al decir esas palabras y separa su mano de mi muñeca para dejarla sobre su pierna.

Suspiro― ¿Tiene algo que ver con tu aparición en mi casa a las 5 de la mañana? ―pregunto con lentitud. Cada vez que tocamos un tema de su vida privada la conversación se va a la mierda, por lo que debo ser cuidadosa si no quiero repetir la escena anterior en el muelle.

Sus ojos se encuentran con los míos, repentinamente sorprendido, aunque lo intenta ocultar lo mejor que puede― sí― parece una respuesta bastante simple, pero su tono es bajo, como si le hubiera costado mucho decirlo en primer lugar.

Pienso mucho, tal vez demasiado, antes de hablar―Puedes venir a buscarme en tu bicicleta las veces que quieras.

Noto como su rostro se tensa― ¿Qué?

―Qué no necesitas una excusa para verte conmigo. No tienes que darme explicaciones de nada ni de porqué estás escapando de tu casa en primer lugar. Incluso no necesitamos un plan elaborado. Solo con caminar por ahí o montar bicicleta hasta que nos cansemos basta― las palabras salen demasiado rápidas de mi boca― no sé si me hago entender...tal vez lo estoy sobre pensando demasiado, pero me pareció adecuado que lo sepas porque si no lo sabes...

― ¿No te molesta que sea tan reservado contigo? ―me interrumpe frunciendo el ceño.

Trago profundo―Tu ya sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. Solo un llamado bastará para tenerme escuchándote ―digo sincera― todo lo demás queda en ti ―Su expresión confundida me deja algo intranquila y los nervios me obligan a continuar:

―Yo...― carraspeo― yo la paso muy bien contigo, ¿sabes? ―desvío mis ojos hacia el piso blanco― siento como...― no debería estar diciendo esto―...como si pudiera ser yo misma. ¿Cuál es la palabra...? ―dios, hace mucho calor aquí― ...cómoda. Esa es la palabra― queda en silencio y no puedo observar la cara que pone porque no me atrevo a mirarlo― no tienes la obligación de contarme tus problemas, pero si lo haces, quiero que sepas que estoy para ti y que haré lo posible para hacerte sentir igual de cómodo como yo lo estoy contigo― me hundo de hombros como si esas no fueran las palabras más profundas que he dicho en el día― es simplemente eso.

Remordimientos (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora