CAPÍTULO CATORCE

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XIV

-Si le temes al rechazo, entonces tendrás miedo toda la vida. No somos humanos sin que alguien nos haya roto el corazón alguna vez-

LUTHER

El sonido de un timbre tira de mí, lejos de la profundidad de mis sueños hasta la realidad.

Cuando mi conciencia cae en cuenta que el sonido le pertenece a una llamada desde mi celular, me despierto de inmediato contando con la posibilidad de que sea Dakota quien esté esperando mi respuesta desde el otro lado.

Sin embargo, cuando contesto sin más y no leo el nombre que aparece en la pantalla, entiendo que he cometido un grave error.

―Wow― la voz de mi padre atraviesa mis tímpanos― esta vez me respondiste más rápido de lo normal― su ironía es un mal recibimiento en las mañanas...o cualquier momento del día.

― ¿Qué quieres? ―respondo en tono cansado. Son las 7 de la mañana y aunque hoy tenía que ir a la editorial, contaba con el placer de tener una hora más de sueño.

Voy enderezándome sobre la cama y estirando mi cuerpo mientras dejo en altavoz el celular sobre la mesa de noche a mi lado.

― ¿Cómo "que quieres"? ―protesta― soy tu padre― el suspira y como sabe que no le voy a dar más charla de la necesaria, continua― mira, quiero que vengas hoy a casa a cenar, tengo una noticia importante que contarte.

Mis cejas se unen al escuchar sus palabras. Saco una caja de cigarrillos y un encendedor del cajón en la mesa de noche― no puedo hoy― contesto y coloco el cigarrillo entre mis labios mientras lo enciendo.

Me pongo de pie haciendo crujir mi cuello de ambos lados― sí que puedes― refuta con seguridad. Me tomo un tiempo en darle una larga calada al cigarrillo. Estas son las consecuencias de que tu padre controle cada centímetro de tu miserable vida... ― no me digas que estás fumando― ...y que sepa cada aspecto de ti.

El humo se desliza por mis labios con una sencillez que logra tranquilizarme por microsegundos― ¿Para qué me lo preguntas si ni siquiera vas a dejarme decidir? ―inquiero. Puede que mi mal genio de las mañanas me esté afectando, pero sé que tengo razón en lo que digo.

―Entonces... ¿vendrás? ―ignora lo anterior, como lo hace siempre. No puedo enojarme, simplemente hacer lo que él quiere que haga.

―Si, iré― respondo rascándome la nuca.

Casi puedo imaginar a Sebastián Botea sonriendo desde el otro lado― Gracias, hijo. Y por favor, disminuye la cantidad de cigarrillos que fumas al día― hace una pausa larga de silencio― no quiero perderte a ti también― su preocupación es sincera al igual que el timbre de tristeza en el tono de su voz.

Una punzada de dolor cruza mi pecho― perdón por hablarte mal, sabes como soy cuando me despierto...

―No te preocupes, hijo. Solo quiero que estés bien― me asegura― ten un buen día.

Suspiro― tú también.

Luego de cortar la llamada, apago el cigarrillo a medio terminar y recorro el departamento en boxers con deseos de darme una ducha fría. Media hora más tarde, luego de cumplir con toda la rutina de la mañana, me encuentro sobre el auto camino hacia la editorial que queda más o menos en el epicentro de la ciudad.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2021 ⏰

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Remordimientos (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora