Capítulo 5

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El oficial con cara de póquer había regresado a su base hacía mucho tiempo. Sin embargo, antes de irse, le recordó a Zhan que no se le permitía vagar por la aldea Akha, ya que mantenía una larga tradición que debía ser cumplida.

La entrada del pueblo estaba decorada con un "Loh Khong", un arco de madera dura o un largo tallo de bambú con una viga encima, con grabados como un remolino o un pájaro. No se permitía la entrada a extraños sin permiso, y la tradición decía que los visitantes debían esperar afuera hasta que un aldeano saliera a recibirlos, o debían llamar a alguien del pueblo para que los invitara a entrar como parte de la tribu.

Pero Zhan había llegado de noche por la entrada trasera. Si se tratara de otras comunidades que fueran más estrictas, él se hubiese quedado durmiendo al aire libre y hubiese probado el sabor real de acampar en el bosque. Afortunadamente, la aldea de Jiangbei parecía tener una mente abierta y acogía los cambios del mundo exterior.

Habían tomado la decisión de realizar una ceremonia de bienvenida para el nuevo maestro esa noche.

Khama Zi Teng se ofreció como voluntario para acompañar a Zhan de regreso a su cabaña. En el camino, el anciano le dijo que el capitán Yibo le había solicitado que pidiera a algunos jóvenes de la aldea que llenaran agua en la vasija de barro de su cabaña y también pidió que prepararan la comida incluso antes del amanecer. Sin embargo, no tenía idea de por qué el capitán llevó a Zhan al arroyo que servía como lavandería de la aldea.

Zhan no pudo evitar sentirse molesto porque el oficial logró hacerle una broma. Apretó los dientes antes de soltar un comentario sarcástico. "Quizás él quería que yo sudara un poco".

"Bueno, me sorprendió que asumiera la responsabilidad de cuidarte. ¿Lo conoces de antes, maestro Zhan?"

La pregunta lo asombró. No conocía al capitán de antes, pero su 'corazón' sí. Zhan negó con la cabeza.

Una vez que llegaron a la cabaña, agradeció al anciano por darle arroz glutinoso recién cocido y carne seca salada con la que podía llenar su estómago antes de la fiesta de la noche.

Al no tener adónde ir, comenzó a explorar el lugar en el que se alojaba. Primero, caminó hasta la parte trasera de la cabaña y levantó la tapa de hierro galvanizado de la vasija de barro para comprobar si lo que el anciano había dicho era cierto. Al ver cómo la jarra se encontraba llena con agua fresca, el bello rostro frunció el ceño. Sabía en el fondo que el enorme oficial era considerado y generoso, pero no pudo evitar insultarlo después de darse cuenta de que lo había engañado haciéndolo caminar una gran distancia para darse un baño.

"¡Mierda!" Cerró la tapa de golpe para dejar salir su frustración. Afortunadamente tenía su inmunosupresor; de lo contrario, le temblarían las extremidades. Incluso si ahora estaba físicamente más saludable, su condición podría desmejorarse si se esforzaba demasiado.

Zhan fue a mirar al otro lado de la cabaña. Una pequeña habitación individual construida con bambúes tejidos lo suficientemente apretados como para no dejar agujeros para mirar a través de ellos estaba coronada por un techo de paja, con un bosque disperso como fondo. Una vez que abrió la puerta, un olor desagradable salió de ahí y vio un agujero en el suelo con una tabla de madera encima. La tabla tenía un agujero en el medio, una abertura para los desechos humanos.

Zhan frunció el ceño, cerró la puerta y le dio la espalda a la pequeña habitación. La vida ahí parecía más difícil de lo que esperaba. Se secó el sudor de la frente, sintiéndose desanimado, y regresó al espacio vacío debajo de la cabaña que servía como un alto sótano.

Había una litera en el sótano. Sobre él había un brasero que usaba carbones como combustible, una olla, una sartén con una abolladura, una vaporera de barro y una jarra de madera en forma de cilindro con tapa que no tenía idea de para qué servía. El fondo de la olla estaba ennegrecido, pero el interior estaba limpio, listo para usar como si alguien ya lo hubiera lavado.

Un cuento de mil estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora