Capítulo 30

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CAPÍTULO 30

[Dolosa verdad]

LILITH

—Responde, ¿Qué mierda traes con ella?

Lía solo se limitó a agarrarse el pecho como si quisiera tratar de controlar su respiración.

—Me has asustado—me dice.

—Me vale una mierda eso, respóndeme—le exigí. Estaba apunto de armar el rompecabezas si ella admitía lo que creo en mi cabeza.

—Cálmate, no se porque te alteras—se pone de pie pero ese tono de amabilidad no lo quitaba, maldita sea, estaba artándome, tomaba la situación restándole de importancia.

—No me calmaré hasta que contestes la maldita pregunta—me acerque a ella—, o juro que te haré hablar de la peor forma posible y eso no te conviene, así que ahora hablá.

Pero no me había dado cuenta que había gritado eso y Lía se había asustado. El grito fue tan fuerte que ocasionó que tres personas que no quería ver se asomarán a la habitación. Sentía sus presencias atrás de mí y estoy muy segura de que habían fruncido el ceño por verme aquí de pie frente a Lía pero yo no le quitaba la mirada de encima a ella.

—¿Qué pasa aquí? ¿Y que haces tú aquí?—preguntó el Kast mayor acercándose y remarcando más la palabra tú cómo si fuera insignificante y no le agradará mi visita en su casa.

Pero ahora me vale una mierda lo que piense.

Nos quedamos en silencio. Tenía una mirada llena de enojo y odio hacía Lía, en cambio ella solo me miraba confundida con la situación.

—Hablen—ordenó.

—Vamos, cuéntale, cuéntales como te descubrí hablando por teléfono con Tess—le dije a ella sin quitarle la mirada de encima.

—¿Qué? ¿Dijiste Tess?—Abel también se acercó y podía verlo de reojo a lado de Aamon confundido.

—Lo dije, Abel.

—¿Tienes comunicación con ella?—le pregunta a Lía y fue ahí cuando le quitó la mirada para ver a los demás en mi alrededor.

—Sí, ¿Qué les pasa?

—¿Desde cuándo tienes comunicación con ella?

—Desde que me salvó.

—¿Te salvó?

Lía baja la mirada como si estuviera intimidada de más nuestras en ella y se acerca nuevamente a la cama para sentarse y suspirar.

—Les contaré, solo relájense porque no entiendo que está pasando.

—No te escuchó—le dije para que comenzará a hablar lo importante y se dejará de tonterías.

Aamon estaba recargado en una de las paredes viendo atentamente a Lía. Abel estaba alejado de él pero también estaba atento a ella. Y Adriel el se encontraba todavía en el marco de la puerta con la vista al suelo como si quisiera descubrir algo con solo eso. Como si se hubiera dado cuenta que lo miraba el alzó su vista chocando con la mía y entonces los recuerdos de París llegaron a mi mente, había dicho que me creía. Quité la vista de sus ojos poniéndola en la pelinegra cuando empezó a hablar.

INFIERNO PERFECTO © ✓ Where stories live. Discover now