Capitulo 12 ( 1° parte)

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Una vez en casa, tras finalizar la ópera y dejar a lady Carrington y Phoebe en su hogar, Trevor se dirigió a su alcoba. Necesitaba refrescarse, cambiarse de atuendo y lo más importante, centrarse en la noche que le esperaba, algo bastante difícil pues no podía dejar de pensar en la señorita Thompson. Y es que la señorita Thompson no dejaba de sorprenderlo, bueno siendo sinceros lo que más le sorprendía era lo que provocaba en él. Nunca hubiera creído que la noche acabaría siendo tan agradable y excitante.


Lo de ir a la ópera para tener una coartada había sido simplemente una excusa para ver a la señorita Thompson y conocerla un poco más, pero ni por asomo pensó que la noche acabaría así. Pues aunque Phoebe le había parecido una joven interesante desde el primer día que hablo con ella y había pasado un rato muy agradable el día que lady Carrington y Phoebe habían visitado a su madre, no era una mujer que lo hubiera deslumbrado por su belleza, ni su intención era seducirla. Sin embargo, hoy estaba realmente atractiva, con ese vestido y el peinado que tanto la favorecía. No obstante eso no explicaba lo que había ocurrido en la ópera.


Trevor era un hombre que disfrutaba con el coqueteo y la seducción, pero ese era un juego que solo llevaba a la práctica con mujeres que reunieran los requisitos como posibles amantes, jamás con jóvenes solteras. Un malentendido, un desliz o una situación comprometida podía ser suficiente para acabar atado de por vida a la mujer equivocada y Trevor tenía muy claro que era algo a lo que no se pensaba arriesgar.


Trevor era una persona sumamente racional tanto en sus negocios como en su vida personal y no se dejaba llevar por impulsos. Incluso su vida sexual estaba estudiada, de ahí sus normas para elegir amante y hasta el número máximo de encuentros con la misma dama. Sin embargo, esta noche se había dejado llevar por el momento, cosa que había disfrutado, pero ahora a solas no podía dejar de analizarlo.


La noche había empezado de lo más normal y el plan era recoger a lady Carrington y a la señorita Thompson, ir a la ópera, conversar un poco con ella durante el camino y los entreactos, y volver a casa. Pero la cosa cambió cuando vio a Phoebe bajar por las escaleras. Trevor esperaba a una joven con un vestido demasiado adornado y un peinado poco favorecedor, de ahí la sorpresa al verla tan bella y elegante, cosa que hizo que no pudiera dejar de mirarla con admiración mientras analizaba todos los cambios.


Luego vino la caricia en la mano al ayudarla a subir al carruaje, eso fue un acto totalmente involuntario, no sabía por qué lo había hecho, pero le gustó la reacción de la señorita Thompson (o más bien la falta de reacción), un simple rubor, ni mirada coqueta ni signos de que le hubiera molestado, si no hubiese sido por el ligero rubor de sus mejillas habría pensado que ella no lo había notado. Lo de la ópera fue distinto. Cuando las luces se apagaron y se acercó a la señorita Thompson para susurrarle la traducción, sintió el impulso de hacerlo de manera sensual simplemente para ver su reacción. En un primer momento, esta fue nula pues Phoebe actuó como si la que le estuviera susurrando fuera lady Carrington, parecía que solo a él le afectaba la situación y la cercanía, pero eso solo fue al principio porque pronto noto como la respiración de Phoebe se aceleraba. Las reacciones de la señorita Thompson sumadas a los breves comentarios sobre la condesa y el duque de la obra, hizo que Trevor sintiera una complicidad que le encantó. Sabía que Phoebe estaba disfrutando tanto como el de esa dulce tortura y no dudaba de que estuviera tan alterada como él. Definitivamente, esta joven era muy peligrosa y tenía que tener cuidado de no quedarse a solas con ella, pues incluso con su madre y lady Carrington en el mismo palco había estado a punto de besarla. Si se volvía a dar una situación así o parecida estando a solas con ella, no sabía hasta donde sería capaz de llegar. Él era un hombre de honor y si cruzaba la línea no habría vuelta atrás, tendría que unirse a ella de por vida. No podía arriesgarse, apenas la conocía y aunque le gustaba su forma de ser y reaccionar, Trevor sabía muy bien que tanto hombres como mujeres eran capaces de simular cualquier cosa o dar una imagen muy distinta a la real cuando se proponían conquistar a alguien y no había que olvidar que la señorita Thompson estaba en Londres en busca de un marido.

ARRIESGARSE A AMAR  ( Borrador Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora