CAPITULO XI

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—Thom, ¡te quedó hermoso! -exclama Anna.

—No exageres, aún me falta mucho por mejorar.

—Eso es una tontería, eres muy bueno en esto.

Cubro de nuevo el cuadro con una manta y lo dejo al lado de mi cama.

—Thom, están hermosos, pero dime algo, ¿por qué pintas los cuadros? No es que seas malo, pero hace días noté que se los das a tus vecinos.

—Por nada en especial, ellos saben que soy bueno pintando y me piden que les haga retratos o dibujos... —Me encojo de hombros, restándole importancia—. Puedo ganar algo de dinero por ello y me encanta hacerlo.

Hace más o menos un mes comencé a pintar cuadros a mis vecinos, y aunque nunca se los pedí, me pagan por ello. Es algo buen, porque así puedo comprar nuevos materiales y ayudar a mi madre con algunos gastos de la casa -aunque a ella no le agrade la idea-. Siempre quise aportar, pero como nos mudamos hace poco me fue imposible conseguir un trabajo estable.

Además, no me gusta la idea de depender de mis padres, prefiero encontrar la manera de conseguir algo de dinero -aunque no sea mucho- y pagarme mis cosas.

Uno de mis grandes sueños es graduarme de la universidad y abrir mi propia galería de arte. Me pregunto si podré cumplirlo.

—¿Puedes hacerme unos a mí? El cumpleaños de mi madre se acerca y quiero darle algo diferente.

—Por supuesto, me encantaría hacerlo, la señora Elena es alguien muy especial.

—Gracias Thom, y no te preocupes, te pagaré por hacerlo.

—No es necesario, tú eres mi amiga y la señora Elena es como una segunda madre para mí.

—No lo acepto. Te pagaré, no me sentiré bien si no lo hago. —Intento protestar otra vez, pero ella me detiene—. Sabes lo orgullosa que soy, así que ni lo intentes.

Muevo mi cabeza en un gesto de negación mientras sonrío por sus palabras.

Anna siempre ha sido de las personas que se valen por sí mismas, y con sus actos demuestra lo fuerte que es. Esa misma actitud es la que me preocupa a veces. A ella siempre le cuesta hablar de lo que siente o de si tiene alguna preocupación encima. Estamos a pocos meses de graduarnos y me pregunto cómo le está llendo con el tema del ingreso a la universidad que quiere.

O si al menos su padre le permitirá seguir estudiando.

—Anna, ¿cómo están las cosas en tu casa?

La sonrisa de mi mejor amiga vacila por un momento, pero ella trata de disimularlo.

—Estan bien Thom. Ya sabes, como siempre. Mamá y papá peleando por cosas insignificantes, y los insultos volando por los aires.

—¿Estás segura de que es solo eso? Sabes que soy tu amigo y puedes contarme lo que sea.

—Lo sé Thom. No te preocupes, todo está bien.

Aprieto la mano de Anna como señal de apoyo y ella me lo agradece.

Un mensaje llega a mi celular y la sorpresa en mi rostro es evidente cuando veo de quién se trata. El nombre «idiota» aparece en mi barra de notificaciones. Me desconcierta un poco, ya que no me había enviado un mensaje desde hace un mes o más, desde que descubrió que soy gay. Le respondo de inmediato, preguntándole qué necesita, y regreso toda mi atención a mi mejor amiga.

—La sorpresa en tu cara junto y ese sonrojo me dicen que alguien importante te escribió.

¿Sonrojo?

Mi Razón Para Odiarte [#1 Amores Complicados]Where stories live. Discover now