CAPITULO XXVIII

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La música de fondo suena sin ninguna interrupción, las nubes siguen nublando más el cielo y amenazan con una tormenta. A pesar de que llevo una hora con lienzo frente a mí, no puedo pintar nada. Cada vez que trato de hacerlo, mis manos comienzan a temblar y mis recuerdos me golpean con tanta fuerza que me es imposible levantar el pincel.

Esto es algo que ya me estaba preocupando. Fue hace unos tres días atrás que comencé a tener pesadillas, relacionadas con lo que pasó hace diez años o con cosas del presente. Gracias a ellas he podido sentir sus golpes y sus dolorosas palabras una vez más, y solo pensar que esas cosas puedan hacerse realidad... me aterra de una manera indescriptible.

Muchas cosas llegaron a mi mente con eso. Pensé en que si las personas llegan a verme con Logan en la calle, no debo hacer mucho contacto físico o decir que soy gay, porque eso solo haría las cosas más difíciles para él y terminaríamos discutiendo. Además, por alguna razón, pensar en que las personas se enteren de que soy gay y me llamen asqueroso, envía una señal de miedo a mi cuerpo y logra paralizarme. Es algo frustrante que eso pase ahora, cuando antes me daba lo mismo la opinión de los demás, pero tengo que ser realista.

Ahora no solo se trata de mí, también se trata de Logan...

Ocultar que soy gay, no hacer contacto físico en público y apagar mis celos cuando lo veo junto a Rosy. Esas serán cosas que nos ayudarán y que en un futuro quizás tengan su recompensa... o al menos eso espero, pero todo valdrá la pena mientras ese castaño esté a mi lado, nada más que eso importa.

Una vez más, mojo el pincel en la pintura, lo llevo hacia el lienzo, trazo algunas líneas y trato de controlar el temblor en mis manos.

«Eso... es asqueroso».

Suelto el pincel y lo dejo caer al suelo, mi mano comenzó a temblar mucho más gracias a esa pequeña voz en mi cabeza. Voy hacia el escritorio y tomo un trapo para limpiar el suelo donde derramé la pintura.

—Mierda, esto es muy frustrante —mascullo mientras levanto el pincel y lo dejo sobre el caballete.

Esto pasa cada vez que intento pintar. Al principio todo va bien y puedo hacer alguna que otra cosa, pero de repente vuelven todas esas palabras negativas, recuerdos de mi infancia y demás, y mis manos comienzan a temblar. También aparece una fuerte opresión en mi pecho, haciendo imposible que logre pintar. Intenté dibujar, pero no importa cuánto lo intente, el resultado es el mismo.

—¡Thomas! —mi padre aparece frente a mí, logrando sorprenderme.

—Papá. —Apago la música para poder escucharlo mejor—. ¿Hace cuánto estás ahí?

—Hace un rato. Traté de llamarte, pero no respondías, estabas completamente perdido en tus pensamientos.

—Lo siento —digo avergonzado—. ¿Qué necesitas?

—Anna está en la sala, esperándote.

—Acomodaré algunas cosas aquí e iré enseguida.

—Está bien, hijo.

Me quito el delantal que llevo puesto y lo dejo sobre el escritorio, quito el cuadro del caballete y me doy cuenta de que mi padre sigue detrás de mí.

—¿Necesitas algo más? —pregunto confundido.

—No... —Llevo el cuadro hasta una de las estanterías y lo dejo ahí—. Thomas, ¿has dormido bien estos días?

Suelto el cuadro de repente, dejándolo caer al suelo, pero lo tomo enseguida.

—Sí, ¿por qué preguntas eso, papá? —Dejo el cuadro en el suelo y llevo el caballete hacia una esquina, evitando la mirada de mi padre en todo momento.

Mi Razón Para Odiarte [#1 Amores Complicados]Where stories live. Discover now