CAPITULO XXXII [Parte II]

954 63 48
                                    

Las cosas están yendo bien por ahora, no me he topado con Logan o Will en ningún momento, algo por lo que doy gracias. No me gustó nada la mirada que Will le dio a Anna y siendo sinceros, unos segundos junto a él me bastaron para saber que es un egoísta, estúpido, con el ego más grande que he visto en mi vida.

Gruño al recordar la mirada que le dió a Anna cuando apareció junto a mí y la forma en que cambió su actitud.

¡Maldito mentiroso! Si creía que iba a dejar que se acercara a Anna, estaba muy equivocado.

—¡Fresita! —me llama Jonah—. ¡Ven a bailar conmigo!

Jonah está en la improvisada pista de baile junto con Nathan, ambos han estado horas ahí. Anna estaba con ellos, pero llegó un momento donde sus tacones quedaron devastados, y ahora está detrás de mí tomando uno que otro trago.

Según ella no volvería a tomar alcohol de manera exagerada, pero Jonah... es poco decir que la sangre en su cuerpo ha sido sustituida por alcohol. Y verlo bailar en la pista de baile da mucha risa, parece que nunca se le acabará la energía.

Nathan se arrastra entre las personas hasta poder llegar a mí y tomar mis manos entre las suyas.

—Thomas, por favor, baila con Jonah. —El sudor baja por su frente y sus mejillas están rojas—. Ya no puedo más. Quiero descansar, pero él quiere seguir bailando, por favor cambia de turno conmigo.

Veo a Jonah en la pista de baile, está moviendo su cabeza de una manera exagerada como si estuviera en un concierto de rock, cuando la música que está sonando es más como una balada.

Me rio sin poder evitarlo.

—Lo haré, pero solo será media hora, después lo arrastraré hasta aquí y no lo dejaré beber más alcohol.

—Te adoro—. Nathan me da un abrazo—. ¡Anna, pásame un botella de agua, siento que voy a morir!

Él corre hacia donde está Anna, toma la botella y en menos de un segundo ya no haya nada dentro de ella.

«Sí que tenía sed».

Pero luego me concentro en mi objetivo nuevo, Jonah.

Dejo salir un suspiro cuando veo a todas esas personas frente a mí. Pero de mala gana entro en esa avalancha, dando algunos empujones para abrir mi camino hasta llegar a donde está mi amigo. Sigue bailando como si nada y cuando me ve, una enorme sonrisa aparece en su rostro.

—¡Fresita! —Él corre hacia mí y me estruja entre sus brazos—. Sabía que no me abandonarías. ¡Oh, mi querida fresita!

—Jonah, no puedo respirar —dije jadeando por aire.

La música cambia a una más movida y solo por eso Jonah me suelta.

—Es una de mi canciones favoritas. Vamos, fresita.

Toma mi mano y me lleva al otro lado de la pista. Comienza a bailar al ritmo de la música, moviendo sus caderas de una manera que consigue impresionarme, mientras yo solo me muevo de un lado a otro en el mismo lugar, tratando de no avergonzarme.

Jonah se da cuenta y se detiene.

—¿Qué es lo que pasa?

—No sé bailar... —murmuro avergonzado.

—No hay problema, yo te enseñaré, es una simple canción de merengue.

—¿Merengue? —pregunto confundido—. Nunca había escuchado de esa música.

—Tengo familia latina, solo por eso la conozco. —Él toma mis manos y las entrelaza con las suyas—. Así será más fácil, solo sigue mis pasos y suéltate. Olvida que hay personas alrededor y disfruta de la música.

Mi Razón Para Odiarte [#1 Amores Complicados]Where stories live. Discover now