⋆⌘⋆ miradas inevitables

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Los días habían estado transcurriendo de manera aburrida para Yibo. Las clases de álgebra le daban un dolor de insoportable de cabeza, o bueno, casi todas las que habían en ese estúpido colegio.

Tuvo que seguir, aunque lo odiara, cumpliendo con la limpieza de las aulas para acabar con su sanción, ya casi faltaba poco por suerte.

Algunos sábados iba a la casa de Zhan a colaborar en el trabajo que tenían que presentar ante la clase del profesor Jianmin. Sentía que moriría por todas las cosas que estaban pasando por su cabeza, y no, no era precisamente el alcohol.

Ah, Zhan.

Ese omega mimado que robaba la atención de todos los alfas y betas.

Ciertamente él sabía que no podía tener ningún tipo de cercanía con el pelinegro. No solo por lo que pasó con su primo Yubin, sino también porque ese omega no le agradaba en lo absoluto, ni siquiera un poco, para nada.

Pero, si era así.

¿Por qué mierda terminaba observando a Zhan y todo lo que este hacía?

Yibo no lo comprendía y estaba a nada de presionarse el piercing que a veces llevaba en el labio inferior. Se sentía frustrado.

Por más que quisiera y supiera que no debía dejar quieta su mirada en el omega, era inevitable. Había algo en Zhan que lo llamaba indirectamente a verlo desde la lejanía y cuidando siempre de que este no se diera cuenta. Por todos los Dioses que Yibo no creía, si el omega lo atrapaba observándolo; sería un gran golpe para su ego, orgullo, dignidad y todo lo referido con su amor y valoración propia. No quería caer tan bajo.

Y lo malo de siempre estar mirándolo, era que luego de ello, su patética mente le hacía recordar todas las imágenes que pudo captar de Zhan en el día. Sí, como si fueran fotografías. Y no era que estuviera pensando en el omega, claro que no. Solo era el producto inconsciente de su mente en contra de su voluntad.

No esperen nada bueno. Yibo nunca admitiría otra cosa.

A este paso, el alfa creía que iba a volverse loco. ¿En qué momento llegó a estar así? Sus ojos eran desinteresados, nada le importaba más que su propio bien. No iba a permitir que un omega como Zhan venga a estropear su tranquilidad emocional o racional. No tenía que permitírselo. Aunque claro, ¿Cómo rayos lograría eso? El pelinegro ni se empeñaba en llamar su atención. Solo hablaban cuando hacían el proyecto, ahí apenas y eran  un par de palabras de intercambio.

Sí, en definitiva iba a perder la cordura.

Pero es que a veces parecía ser tan complicado de realizar que Yibo pasaba horas y horas pensando en plena madrugada. Ni siquiera le importaban las tareas, sus pensamientos se centraban en un mimado omega de piel nívea y finos belfos. Y si no se detenía, iba a terminar jodiéndose de la peor manera. Esas mierdas del gusto, atracción o amor no existirían nunca en sus planes, era un rotundo 'no'.

Claro que eso decía cuando estaba cómodo en la soledad de su habitación, pero no podía seguir firme cuando estaba en el aula y Zhan estaba a unas cuantas carpetas lejos de él.

Siempre terminaba analizándolo.

Como por ejemplo, en las veces que dejaban prácticas de cualquier tema y el omega fruncía su naricita cuando trataba de entender y resolver algún ejercicio. O cuando leía algún libro de manera mental pero formaba un pequeño puchero al gesticular las palabras, haciendo sobresalir esos brillantes labios.

Tal vez también en las ocasiones que recibía un regalo y sus mejillas algo rellenas se coloreaban de un suave rosa, luciéndose de manera tan pequeña y adorable que lograba descolocarlo de mil maneras.

Sabía que todo aquello se debía a su persistente mirada.

—Mierda. No, no y no. —murmuró para sí mismo mientras sacudía su cabellera castaña. —Es estúpido, no, yo soy el estúpido. —a estas alturas de su vida le importaba muy poco si alguien lo veía como un loco. Pero si es que se atrevían a fastidiarlo, no dudaría en dar unos buenos golpes y patadas para descargar la bruma de pensamientos que lo aturdían.

Al menos por ese día, no vería a Yubin. Maldición, su primo estaba enamorado de ese omega y él no podía tomarse la molestia de seguir mirándolo. Quizá era su mente la que le estaba jugando una mala pasada, sí, solo eso.

—Quizá sea buen momento de buscar algún tipo de diversión. —pensó mientras le correspondía la sonrisa coqueta a una omega que pasó por su lado. Dejando sus dulces pero empalagosas feromonas en el aire. —No es como si fuera la primera vez.

Relamió sus carnosos labios y siguió su camino hasta donde estaban todos los casilleros de su sección. Se sentía de tan mala suerte al ver que el omega que más lejos quería tener, estuviera ahí con sus tontos amigos. No supo cómo, pero carraspeó suave y casi de manera casual, recostando su espalda en una de las paredes y analizando lo que posiblemente el pelinegro hacía.

Enlazó sus pies y cruzó sus tatuados brazos de forma relajada, mostrando la supuesta indiferencia que tenía con todos a su alrededor.

Sus orbes volvieron a moverse y juró necesitar un buen golpe en la cabeza. ¿La razón? Había visto al omega sonreír, sonreír de una manera que no pudo visualizar antes. Mierda, había perdido la noción del tiempo.

La sonrisa de Zhan podía definirse como una cosa única y etérea perteneciente a la naturaleza, un sinónimo de dulzura y sobre todo un gesto llanamente precioso en todo el sentido de la palabra.

Vamos ¿Así era como Yibo iba a dejar de pensar en el omega?

El alfa soltó un bufido cansino. —Mierda y más mierda. —susurró pero sin dejar de ver a Zhan.

Sintiendo por primera vez como el pánico se segregaba por sus venas al notar que los redonditos ojos del pelinegro hicieron contacto visual con los suyos. Yibo maldijo nuevamente y tragó grueso, dejando ver su acción debido al movimiento de su marcada prominencia laríngea. Rápidamente ladeó su cabeza, observando a un grupito de omegas que cuchicheaban por ahí. Golpeó su nariz suavemente con uno de sus dedos y siguió prestándole atención a otra cosa que no tenga nada que ver con Zhan.

El omega frunció el ceño algo confundido, era la segunda vez que sentía que Yibo lo miraba, descontando todas las otras ocasiones en las que sentía una pesada mirada pero no sabía de quién.

¿Yibo? No, el castaño quiso golpearse mentalmente. Un alfa como lo era Wang no se interesaba por nadie más que por sí mismo. Y claro, tampoco es como si quisiera tenerlo cerca de él.

—Soy un imbécil. —susurró, chocando su cabeza con el casillero que tenía detrás de él. Confirmando que el omega ya se había ido y no había de qué preocuparse.

Yibo realmente esperaba que todo eso se esfumara en cuando consiga un buen agarre para distraerse. Porque eso iba a desaparecer. ¿Cierto?

𝐁𝐀𝐃 𝐁𝐎𝐘 ₪ YiZhan [PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora