⋆⌘⋆ respuesta inexistente

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Después de aquel incidente, en donde claramente Yibo supo que la había arruinado y en grande, se sintió extrañamente culpable.

La imagen del tierno omega mirándolo con enfado y hasta casi con temor, rondaba por su cabeza una y otra vez sin querer borrarse. Se sentía abrumado, él realmente no quería, no tenía que gritarle. Simplemente se dejó llevar por sus impulsos como casi siempre lo hacía y, ese, era otra tema con el que no podía lidiar fácilmente.

Supo que tuvo gran culpa por haberlo tratado así, cuando a los días siguientes de clases, Zhan no le dirigió ni una efímera mirada. Eso lo había descolocado de una manera sorprendente, que ni él mismo se atrevió a acercarse por temas poco creíbles como su interés por el proyecto, no. No podía.

Optó por verlo desde cierta distancia. Apreciando como el pelinegro les sonreía a otras personas que quizás él nunca podría llegar a ser.

Chasqueó la lengua y bufó por lo bajo, desviando sus ojos de aquel bello omega para tratar de ordenar sus patéticos pensamientos e ir en busca de Yubin.

Durante todo el camino a casa, su mente divagaba inquietamente por cierto omega

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Durante todo el camino a casa, su mente divagaba inquietamente por cierto omega. Realmente era cada vez más complicado y si no hallaba forma de volver a sentirse como antes, las cosas podrían hacerse un total enredo y eso era justamente lo que no deseaba.

—Jodida mierda. —murmuró hastiado, pateando con fuerza una piedrita que estaba al filo de la acera.

Odiaba sentirse así, odiaba no poder mantenerse intacto como siempre lo estuvo. Las cuestiones y dudas ascendían con cada cosa referente a Zhan y tenía que detener lo que sea que estuviera sucediendo dentro de sí mismo.

Caminaba tan sumido y concentrado inconscientemente en aquello, que no se dió cuenta de que ya estaba solo a un par de metros de su casa. Aceleró el paso, tomó la llave de su bolsillo trasero y abrió la puerta, cerrándola a los segundos y encaminándose por el pasillo para tirar su mochila en el sofá más grande de la sala.

Iba a avanzar directamente a su habitación para tomarse todas las latas de cerveza que encontrara en el frigo bar y cuestionarse sobre su existencia, cuando cierto aroma a aderezo picante llegó a sus fosas nasales. Frunció el ceño con algo de desconcierto, decidiendo ir a la extensa cocina del primer nivel.

—¿Mamá? —no entendía el por qué su progenitora yacía ahí tan temprano y, más aún cocinando cuando claramente tenían una encargada para ello.

—Hola, Bo. —ladeó levemente su cabeza, haciendo que su corta cabellera castaña se balanceara.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó igual de dudoso.

La señora Wang al escuchar nuevamente otra pregunta, lo miró con fijeza y soltó un hondo suspiro. —¿Sabes? Aún tengo la esperanza de que te acuerdes de los modales que tu padre y yo te enseñamos cuando eras un cachorro.

𝐁𝐀𝐃 𝐁𝐎𝐘 ₪ YiZhan [PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora