Capítulo 11.

1.2K 82 3
                                    

MAIA CARRIZALES.
Tiempo después...

—Maia...

Corro por todo mi departamento intentando salir de él.

—Maia...

Abro la puerta y veo como esta no me dirige hacia el pasillo del edificio, sino que dirige hacia mi habitación.

—Maia...

Escucho un fuerte gruñido atrás de mí y volteo asustada.

—Maia...

Veo al enorme lobo negro con terror.

—¡MAIA CARRIZALES!

Escucho ese grito y despierto sobresaltada antes de sentir unas gotas de agua en mi cara.

—¿Qué te pasa? —lo regaño limpiándome la cara— ¿Por qué me despiertas así?

—Discúlpame, bella durmiente —me dice Mauricio con una cuchara de madera en la mano—. Pero el desayuno ya va a estar listo y tú no te despertabas, así que ahora quita esa cara de zombie y ven a desayunar.

Sale de mi habitación y yo gruño antes de volver a cerrar los ojos y acostarme en la cama mientras abrazo una almohada.

Estúpido Mauricio y estúpida yo por haber hecho una pijamada con él.

—¡Maia, arriba!

Gruño antes de sentarme de mala gana en la cama.

Me agrada Mauricio, pero en estos momentos amaría que estuviera lejos de mí.

—¡Maia!

Gruño.

—¡Ya voy!

Me levanto de la cama y voy a la sala-comedor de mi departamento.

Me siento en una silla de la mesa mientras veo como Mauricio cocina algo.

—¿Qué cocinas? —le pregunto.

—Algo delicioso como siempre, dah —me contesta— ¿Dormiste bien?

—Algo —le contesto—. Volví a tener pesadillas.

—Ah, ok.

Ambos nos quedamos en silencio, pero no en un silencio incómodo, ya que Mauricio sabe que no le voy a decir que me paso y de que tratan mis constantes pesadillas.

Creo que eso es algo bueno de él, ya que me ayuda sin la necesidad de saber todo lo que ocurrió.

—¡El desayuno ya está listo, madam!

Deja el plato enfrente mío junto con un vaso de agua de melón y se sienta en la silla que esta enfrente mío.

—Gracias —le digo.

—De nada —me dice—. Ahora come que tenemos muchas cosas por hacer.

Le doy un mordisco a mi crepa de huevo con aguacate y otras cosas, antes de preguntarle:

—¿Cosas?

—Sí, cosas —me contesta con la boca llena de comida.

—¿Qué clase de cosas? —le pregunto insegura.

—Cosas como comprarte nueva ropa, ir al salón de belleza y si nos queda tiempo, ir al cine a ver una película.

—¿Es en serio? —él asiente—. Ve tú, no tengo ganas de salir.

—¿Y qué se supone que haga? —me pregunta "molesto"— ¿Comprar ropa y probármela para dártela a ti y después hacerme un cambio de look en la estética para decir que soy tú o qué?

ENTRE MIS GARRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora