Capitulo 44.

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NICOLÁS COOPER.

Marco al número de mi melodia nuevamente y cuando no me vuelve a contestar, decido marcar el de Amaris.

—¿Diga?

—¿En dónde está mi melodía? —voy directo al punto—. No me contesta.

—Nunca lo hace —me recuerda—. Y sobre dónde está, está en su habitación, no ha querido salir en todo el día.

—¿De nue...? —bufo frustrado—. Toca su puerta y dile que digo yo que si no está afuera para cuando llegue, le irá muy mal.

—¿Y si no sale?

—Lo hará —le digo—. No le gusta que la castigue y si no lo hace, no digas nada y vete de ahí, yo me encargo de ella.

—Entendido —me dice— ¿En cuanto tiempo llegas?

—Maximo cinco minutos —le informo—. Bye.

Le cuelgo y guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón.

Esa mujer me va a escuchar.

🌗🌗🌗🌗🌗

—No ha querido salir —me dice Amaris una vez que me ve caminando por el pasillo en dónde está mi habitación y la de mi melodia—. Y ya ni siquiera quiere hablar para insultarme.

—Yo me encargo —le digo y tocó fuertemente la puerta— ¡SI NO ABRES LA MALDITA PUERTA A LA CUENTA DE TRES TE IRA PEOR DE LO QUE YA TE TENGO PLANEADO! ¡UNO..., DOS... Y... TRES!

Me espero unos segundos más para que ella abra la puerta, pero cuando no escucho ningún movimiento dentro de la habitación, decido patear la puerta tirandola al suelo.

Entro a la habitación y al no verla, me dirijo al baño, encontrándome con la sorpresa de que este también tiene seguro.

—¡ABRE LA PUERTA! —le ordena tocando la puerta— ¡HE DICHO QUE ABRAS AHORA MISMO MALDITA PUER...! ¿¡SABES QUÉ!? ¡SERÁ POR LAS MALAS!

Pateó la puerta mandandola al suelo totalmente enojado, pero eso cambia cuando veo a mi melodia sentada en un rincón de la regadera con el agua cayendole encima.

—¡Ay, dios! —escucho cómo exclama Amaris horrorizada y sorprendida.

Entro rápidamente al baño y voy hacia mi melodía.

—¿¡Qué hiciste!? —exclamo apartandola del agua y apoyándola en mi cuerpo para así poder checar su pulso poniendo dos dedos en una parte específica de su cuello.

Siento como el mundo se me cae cuando tras varias veces de revisarle el pulso, me doy cuenta de que no estoy alucinando y que efectivamente, mi melodía ya no está con vida.

—¡NO, NO, NO, NO! —la abrazo más a mi cuerpo mientras lloro— ¿¡POR QUÉ LO HICISTE!?

—N-Nicolas... —abrazo más a mi melodía mientras lloro como nunca en mi vida—. Nicolás...

—¡DEJAME EN PAZ! —le grito a Amaris mientras lloro y abrazo el cuerpo inerte, frío, húmedo de mi melodía— ¡QUIERO ESTAR SOLO!

—P-Pero tienes que ver esto.

—¡QUE ME DEJES SOLO!

—¡Pero mira!

Volteo para gritarle que se vaya, pero no lo hago cuando me enseña la prueba positiva de embarazo en sus manos.

—Hay dos más —me informa—. También salieron positivas.

—¡NO! ¡ESO NO ES POSIBLE! ¡ELLA NO PUDO HABER ACABO CON SU VIDA Y CON LA DEL BEBÉ!

—Lo lamento mucho —me dice llorando.

Lloro más y volteo para ver a mi melodia y la pego más a mí pecho mientras la abrazo con todas mis fuerzas.

¿¡POR QUÉ LO HIZO!?

ENTRE MIS GARRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora