Capítulo 18.

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MAIA CARRIZALES.

¿Por qué todo me sale mal?

Veo como Nicolás me sujeta aún más fuerte de las caderas y gime de placer sobre mi cuerpo mientras yo solo me quedo quieta y dejo que haga lo que se le plazca con mi cuerpo.

Cierro los ojos y me repito una y otra vez que esto terminara pronto.

Giro la cabeza un poco y veo la cuna que está en la habitación.

Todo sea por ti.

Tiempo atrás (presente)

—¡MAIA!

Siento como algo cae a mi lado sobresaltándome y haciendo que me levante rápidamente, lo cual me provoca dolor de cabeza.

—Maldición, Mauricio —lo regaño mientras él se ríe—. No vuelvas a hacer eso.

Mauricio se pone boca arriba en la cama mientras yo me vuelvo a acostar para volver a dormir.

—Ya levántate, dormilona —me dice—. Ya amaneció.

—¿Ah, sí? —le cuestiono abrazando una almohada—. Que bueno.

Escucho como Mauricio bufa antes de levantarse de la cama.

Sonrío porque voy a poder volver dormir o eso es hasta que inesperadamente siento un gran peso arriba mio.

—¡MAURICIO!

—Arriba ya, floja —me dice—. Es hora de que te levantes.

—No quiero —entierro mi rostro en la almohada—. Tengo una jaqueca horrible.

—Eso te pasa por beber tanto alcohol anoche.

—Es tu culpa —le digo— ¿Por qué rayos me llevaste a un bar?

—Porque es divertido, además, si no lo recuerdo mal, estabas muy feliz divirtiéndote.

Me quejo.

Maldito.

—Estaba borracha.

—Si, bueno, como ya sé que estando borracha te relajas, voy a hacer que tomes alcohol más seguido —me dice y yo me quejo—. Levántate y date una ducha, te espero abajo para que te tomes una pastilla y almorcemos juntos.

Asiento y Mauricio sale de la habitación.

¿¡Por qué bebí demasiado!?

Me siento en la cama con pereza.

¡¡¡Juro que ese brujo me las va a pagar!!!

🌗🌗🌗🌗🌗

—¡No, Maia, noOOOO!

Me rio mientras veo como Mauricio se agarra la axila con dolor.

Ay, la venganza es tan dulce y divertida.

—¿Qué pasa?  —le inquiero burlona— ¿Acaso te dolió?

Mauricio me ve molesto mientras se sigue quejando del dolor.

—Eres realmente malvada —me dice— ¡Me dijiste que era una mascarilla!

—Y lo es —le digo—. Es una mascarilla para afeitar.

Le enseña la mascarilla con su pelo en ella.

—No te quejes —le digo—. Tú dijiste que si salia ayer contigo hoy íbamos a hacer lo que yo quisiera.

—¡Sí, pero no contaba con el hecho de que me ibas a engañar para afeitarme las axilas! —me reclama— ¡De haberlo sabido no hubiera dicho eso!

—Demasiado tarde.

Mauricio me ve mal.

—Además, esto ni duele nada —me ve sorprendido—. Agradece que escogí una mascarilla ligera y que provoca muy poco dolor.

—¿¡Poco dolor!? —asiento— ¡Eso no fue para nada un "poco" dolor!

Lo veo con una ceja alzada.

—¿En serio? —asiente—. Bueno, entonces no es un buen momento para decirte que te va a doler más quitarte la mascarilla que tienes en el rostro.

Me mira con los ojos muy abiertos.

—¿Estas bromeando, verdad? —niego— ¡Corre por tu vida, Maia Carrizales!

Me levanto del sofá y empiezo a correr con él detrás mio.

—¡Ven acá, mujer del mal!

—¡Nunca!

Mauricio me sigue persiguiendo y cuando menos me lo espero, me encuentro debajo del agua.

Nado hacia la superficie asustada y en cuanto salgo miro hacia todos lados para encontrarme con mi amigo viendo me burlón desde afuera de la piscina.

—¿Te mojaste?

—¿Cómo hiciste eso? —le inquiero.

—Pues con magia —me responde burlón—. Nunca hagas enojar a un brujo, sobretodo si...

No termina la frase cuando cae al agua.

—Jaja, que graciosito —le digo sarcásticamente— ¿En serio crees que voy a caer en ese truco?

Mauricio no me responde ni se mueve para nada.

—¿Mauricio? —le inquiero— ¿Mauricio?

Al no ver respuesta me asusto y me acerco rápidamente a él.

NARRADOR OMNISCIENTE.

El pelinegro ve con una sonrisa la foto en su celular, en donde se muestra a una mujer rubia nadar rápidamente hacia un hombre inconsciente en el agua.

Sabia que a lo mejor se iba a encontrar con sorpresas no muy agradables cuando por fin encontrara a su luna, pero jamás imagino que la vería ayudar a un brujo de magia blanca, pero dejando eso de lado, el pelinegro se cuestionaba como rayos es que pudo estar tan ciego todo ese tiempo y porque había un brujo acompañando a la mujer que había estado buscando desde hace más de un año.

ENTRE MIS GARRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora