Capítulo 19.

794 66 4
                                    

MAIA CARRIZALES.

—¿Ya te vas a dejar de burlar de mí?

Niego mientras me sigo riendo y Mauricio rueda los ojos molesto.

—¿Cómo es que eres brujo y te desmayas por hacer un simple truco? —le inquiero burlona.

—En primer lugar, no es un simple truco, y en segundo lugar, ese "simple" truco gasta mucha energía y solo los brujos de alta categoría lo pueden hacer sin desmayarse o tener otro efecto secundario.

Lo veo confundida.

—¿Los brujos tienen categorías? —le cuestiono y él asiente—. Creí que todos eran iguales.

—Lo de "todos somos iguales" solo aplica para los humanos —me dice— ¿Cómo es que no lo sabias? Te estás convirtiendo en una licántropo.

Desgraciadamente.

—Simplemente no lo sabia —le contesto—. Y siendo sincera, no quiero saber nada sobre su mundo.

—¿Si sabes que nuestro mundo se está convirtiendo en el tuyo, verdad? —asiento antes de suspirar— ¿Y aún así prefieres no saber nada?

—Sí —le contesto—. Entre menos sepa de ese mundo, mejor para mí.

—No sé que haya ocurrido, pero lo que sí sé es que esa lógica esta muy mal —me dice—. A lo mejor no te va a gustar muchas cosas de este nuevo mundo, pero es mejor saber sobre él porque algún día te puede servir toda esa información.

—Mmm... no lo creo.

Mauricio me ve con una ceja alzada y se cruza de brazos.

—¿Sabes que las mujeres lobo tienen un excelente olfato pero muy poca velocidad y que los hombres lobo tienen una gran velocidad pero un no tan buen olfato?

Lo veo sorprendida.

—¿En serio? —asiente— ¿Por qué?

—Supongo que es así para que ambas partes trabajen juntas, pero eso no importa —me contesta— ¿Ya ves que saber sobre este mundo te puede servir de algo?

—Si me dices eso para que cambie de opinión, de una vez te informo que no va a funcionar —le comento—. Además, ese dato no me ayuda en nada, si alguna vez él me llega encontrar me va a atrapar muy fácil por más que corra

—Sí, pero tienes una ve... Espe... Olvídalo —lo veo confundida—. Si alguna vez tienes que correr y un hombre lobo te está persiguiendo puedes confundirlo corriendo por varias partes y dejando tu aroma en varios lugares, así ganaras tiempo en lo que él te busca y para cuando él vaya por el camino correcto con suerte tú ya estarás muy lejos, pero si te persigue una mujer lobo, tienes la ventaja de que ellas son muy lentas.

—¡Pero yo soy una de ellas!

—Sí, pero si tienes un muy buen entrenamiento puedes mejorar tu velocidad y con mucho esfuerzo, puedes llegar a tener la velocidad mínima de un hombre lobo —me informa—. Si yo fuera tú, consideraría mucho el informarme sobre este nuevo mundo.

Suspiro y me recargo en el sofá.

—Supongo que tienes razón —le digo—. Voy a considerarlo de nuevo.

—Buena chica —me da unas palmadas en la cabeza—. Ahora como te he ayudado a considerar el hecho de que es mejor que sepas sobre tu nuevo mundo que ignorarlo, ¡ayúdame a quitarme a esto!

Señala su rostro, el cual sigue teniendo la mascarilla, a excepción de su mejilla derecha de donde ya se quito la mascarilla con dolor.

—Ok.

Me levanto del sofá y camino hacia la cocina.

—¿A dónde vas? —me cuestiona.

Me giro y lo volteo a ver.

—Por agua tibia para quitarte la mascarilla.

Mauricio me ve con los ojos abiertos como platos.

—¿¡Esto se puede quitar con agua!? —asiento— ¿¡Por qué no me lo dijiste!?

—Por que era divertido ver como te quejabas mientras te quitabas la mascarilla.

Mauricio me mira con los ojos entrecerrados.

—Eres realmente mala.

Lo miro con los ojos entrecerrados.

—Lo aprendí de ti —él me mira "indignado"—. Voy por el agua, no tardo.

Me doy la vuelta y camino hacia la cocina.

—¡Más te vale o te juro que mañanas vas a despertar con el pelo verde!

—¡Si es que no te desmayas al hacer el truco!

Escucho como se queja mientras yo abro la llave del agua y la recolecto en un pequeño traste.

Siento una punzada de dolor en la cabeza y dejo caer el traste.

—¿Se encuentra bien? —me cuestiona una señora.

Siento otra punzada en la cabeza.

—Sí, solo... —otra punzada me interrumpe— ¡Mauricio!

—¿¡Qué!?

—¡Tra...! —siento otra punzada— ¡Pastillas!

Dema...

Y todo se torna oscuro.



ENTRE MIS GARRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora