Capítulo 38: Lauralei Weiβ.

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Purificadora: abrir el cuerpo de una persona desde el cuello hasta el abdomen purificando hasta el alma más sucia.






Flashback.

Hace 2 años (2020)

Abril.

—Entrando.

Dirígete a la segunda planta. Schmidt está apostando en el casino. Estoy preparando la entrada. Enseguida me van a llamar para ayudar en la barra.

—Copiado.

Me dirijo al ascensor.

Me adentro en las cuatro paredes metálicas de lujo y un hombre pone su pie antes de que se cierren las puertas. Mantengo el control porque no debo mostrarle miedo o vulnerabilidad a nadie.

—Buenas noches señorita— las puertas se cierran.

—Buenas noches.

—¿Puedo saber que hace una jovencita sola, sin acompañante?— apoya su espalda en la pared de acero. Me mira seductoramente.

—Por el momento. Me reuniré con el señor Schmidt. Él me invitó— miento.

—Oh... Lastima. Quería invitarle un trago— le sonrió con cordialidad.

—Que pena. Hubiera aceptado encantada pero ya tengo una cita.

—Si quieres... Luego de tu cita, podrías ir a mi habitación. Este es mi número. Búscame si te aburres de tu cita.

—Gracias. Lo pensaré.

—Un placer— toma mi mano dándome un beso delicado en esta.

Las puertas se abren y él se va en dirección contraria a donde tengo que ir yo.

“Maldito pedófilo”, son todos iguales...

Camino a pasos seguros, como si tuviera 22 y no 15 (casi 16) años. Mi vestido rojo es arrastrado por la alfombra bordo del hotel. Combina con mis zapatos dorados de 17 centímetros, mis pendientes, collar, pulsera y anillos del mismo color.

Me siento otra persona, literalmente. El no tener mis piercings en la oreja, el no usar mi rodete desprolijo con mi ropa deportiva. Amo la elegancia, jamás me costó usar zapatos de hasta 20 centímetros, de echo me encanta usarlos cuando tengo que pelear encubierto, pero trato de meterme en el personaje lo más posible que pueda. El cabello rubio (simulando el natural) llega a mis hombros con ondas en sus puntas. Mi piel es más clara, tuve que aclararla el día que me hicieron cosas en el pelo. Lo del maquillaje ni me molestó. Amo el negro (como delineado), el labial rojo sangre, y esa purpurina dorada en mis ojos. Soy una hermosa princesa ocultando la loca asesina que habita este vestido de Chanel.

Las risas falsas, como esos: Ja Ja Ja, me hacen querer vomitar el suelo. Me dan asco lo falsos que pueden ser estos mafiosos. Se hacen los graciosos con sus "amigos" y luego mandan a matarlos porque le ganaron en el póker o la ruleta esa a la que me dirijo donde hay cinco hombres.

El Miedo De Ámbar #1 Where stories live. Discover now