Capítulo 9

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FLEUR DUBOIS

Un sábado, a las 8 de la mañana, recibí una llamada de Tom. Era algo bastante peculiar en él, ya que solía despertarse a las 10:30 los sábados. Por favor, no pregunten cómo sé eso. Respondí, y me encontré con un Tom que parecía bastante alegré y ansioso.

--¡Flu! -gritó de una forma quizás un poco eufórica.

--Necesito hablar... ¿Estás libre a la hora del almuerzo? --consultó.

Si bien me pareció algo extraño, decidí aceptar la propuesta.

--¡Si, claro! --

--Bien... --dijo mientras tomaba una bocanada de aire. --¿Te parece si nos reunimos en Starbucks? Quizás podamos comer algo allí. --

--Si, está bien. Nos vemos en un rato. --

Al entrar al lugar, encontré a Thomas. Aquel pelinegro con bellos ojos cual piedras preciosas estaba sentado en la primera mesa. No pude hablar mucho, él tenía muchas ganas de hablar. Y por supuesto, no lo detuve.

--Em... Flu... --dijo expresando un leve nerviosismo.

--¿Si? --

--Estuve pensando mucho últimamente, en... Ya sabes, Dios, Jesús y todas esas cosas. --

No sabía bien si debía emocionarme o asustarme. Pensé en la posibilidad de que fuera para bien. Pero, pensando en los anteriores exabruptos, decidí pensar que se trataba de algo malo.

--Flu, quiero probar que se siente, quiero conocerlo, quiero saber quién es Él en realidad. --dijo mientras aquellos expresivos y hermosos ojos se llenaban de lágrimas.

No puedo explicar la emoción que me causó haber escuchado eso. ¡Mis oraciones estaban dando fruto! El hecho de que al fin haya querido ir a la Iglesia conmigo, me llenó de gozo. Todo esto era solo gracias a Dios, quién respondió mis oraciones. Me ofrecí a buscarlo y llevarlo. Y si bien se negó, acordamos reunirnos al día siguiente en las puertas del templo, para poder entrar juntos.



[...]





THOMAS CULLEN

UN DÍA DESPUÉS






Llegó el domingo, llegó el tan esperado día. Estaba en la puerta de la Iglesia, esperando a Flu. Y fue justo ahí cuando llegó al lugar. No puedo explicar cuán hermosa se veía, había algo en ella que la hacía destacar del resto. Esos maravillosos orbes azules, combinaban perfectamente con su flamante cabello. Sin embargo, no hay que quitarle mérito a su brillante y esplendorosa sonrisa.

Si ir a la Iglesia requería verla así todos los domingos, no pensaba faltar ni una sola vez. Pero en fin, no sé trata de eso, sino de realmente hallarme allí, o mejor dicho, hallarlo a Él. Entramos al templo, por esas enormes y ostentosas puertas. Nos sentamos cerca del pastor, para poder escuchar claramente el mensaje. A eso de las 9:30, el pastor subió al escenario, tomó su Biblia, encendió el micrófono y comenzó a hablar.

--Sé que la mayoría ya me conoce, pero puedo ver en este lugar a más de un invitado. Mi nombre es Stephen, y pastoreo esta iglesia desde el 2004. Conocí a Jesús a la edad de 21 años, después de vivir toda mi vida negando a Cristo. Acepté a Jesús luego de haber probado y experimentado un sinnúmero de pasiones insanas. No saben cuánto me arrepiento de haber desperdiciado mi tiempo haciendo cosas sin propósito. Sin embargo, gracias a ello, el mensaje de hoy, será dado por alguien que vivió la historia que contaré en esta mañana. El hijo pródigo, ¿cuántas veces han escuchado sobre esta historia? Estoy seguro de que no les alcanzan los dedos para contarlas. Resumiendo, esta historia trata de todos nosotros. Todos en algún momento fuimos el hijo perdido, el hijo que negaba al padre y se avergonzaba de volver a casa. Pero déjame decirte, que hasta que Jesús venga, ¡hay tiempo! Con esto no quiero decir que podemos vivir cómo queramos y a lo último aceptarlo. Es un acto de agradecimiento aceptar su sacrificio, y de hecho, es la única salida. Dios te recibirá, sé que puedes pensar que Él no lo hará, pero Él siempre lo hace. Él no te juzga, no te rechaza, no falla. Él es el único que puede terminar con tu dolor, pero solo si tú se lo permites. Si seguimos analizando la parábola, el Padre no obligó a su hijo a volver, sino que fue el hijo quién tuvo que volver. Él no te obligará a abrazarlo, pero si estará dispuesto a abrazarte, a perdonarte y a amarte cuando tu te arrepientas. El Padre dejó al hijo volver a casa, le devolvió todo lo que le pertenecía y no solo eso, sino que celebró, se llenó de gozo y se alegró porque su hijo había vuelto a casa. Sin embargo, no hizo nada de esto, hasta que su hijo se arrepintió por haber pecado. Todos alguna vez, fuimos ese hijo perdido. Quizás algunos aquí lo siguen siendo. Pero, ¡no se desanimen! Yo también lo fui, ¡y no me avergüenzo de ello! Ya que fui perdonado, y mi vida cambió radicalmente, glorificando al único Dios viviente. "¡Mi hijo que estaba muerto ahora está vivo! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!" Es lo que el Padre exclamaba mientras preparaba una fiesta en honor a su hijo. ¡Tú puedes estar muerto hoy, pero Dios puede darte vida! Solo necesitas aceptarlo, comprender el sacrificio de amor más grande de toda la historia y arrepentirte. Jesús dio su vida por ti, aunque no tenía por qué. Él pudo quedarse en el cielo e ignorarnos a todos nosotros. Pero no, Él quiso que todos pudiéramos vivir y reinar eternamente con Él. Por lo que no solo bajó del cielo, sino que murió por amor a ti, a mi y por amor a toda la humanidad. --

Puedo no haber entendido todo el sermón, pero realmente lloré. Fleur me abrazó cuando vio lo que me sucedía, lo que fue muy reconfortante. No comprendía por completo lo que sucedía, aunque quería. Quería saber más sobre Él, quería conocerlo. 

Cuando estaba finalizando la reunión, Flu quiso que conociese a su pastor. Resulta que desde que llegó a la ciudad, fue quién la ayudó con todo lo que necesitaba.

--¡Hey, Stephen! --alzó su voz.

--¡Hola, Fleur! ¿Cómo estás? --saludó mientras esbozaba una pacífica sonrisa.

Quedé atónito por la confianza que había entre ellos dos. 

--Quería presentarte a... --fue interrumpida antes de terminar la oración.

--¡Thomas! Tu amiga me ha hablado mucho de ti. Es un placer poder al fin conocerte. --exclamó emocionado.

--Em... ¿De verdad?... Lo mismo digo, Pastor... -

--Dime Stephen, si te parece por supuesto. --sugirió con sutileza.

--Es un placer conocerte, Stephen. --hablé un tanto nervioso.

--¿Qué te pareció el mensaje de hoy? --preguntó.

--Honestamente, es mi primera vez en una iglesia en años. Sin embargo, eso fue impresionante. --admití mientras soltaba un largo suspiro.

--¡Me alegro mucho, Tom! Eres bienvenido siempre que gustes asistir, y definitivamente estás invitado a la próxima reunión. --dijo antes de despedirnos.

Fue mi primera experiencia y francamente, no estuvo nada mal. Estaba completamente decidido a ir una vez más. Y también decidí ponerme en contacto con el pastor Stephen. Necesitaba apoyo, y supuse que él sabría ayudarme.

UNA HISTORIA DE AMOR POCO COMÚN © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora