Capítulo 14

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THOMAS CULLEN

Miramos aquel inefable paisaje hasta que llegó el final de la noche. Pasé mi brazo por detrás de su cuello para poder abrazarla. No sé imaginan cuánto significó ese abrazo para mí. 

Sabía bien que aún no estaba preparado. Sin embargo, disfruté muchísimo el cuidar de ella. No quería soltarla, ni en ese momento, ni nunca jamás. Ella era simplemente ella. La esencia de ella misma. La originalidad en su máxima expresión. El talento del Gran Alfarero plasmado en una persona.

Pudimos cubrirnos con mi saco hasta que llegamos al auditorio. Me despedí de Fleur con un abrazo, a lo que ella contestó con un beso en la mejilla. Mi madre nos buscó a mí y, lastimosamente, a Riley. 

El viaje se sintió eterno, extraño y verdaderamente agobiante. La tormenta no cesaba, realmente parecía interminable. El coche de mi madre dio todo, hasta que, simplemente dejó de funcionar.
Mi madre llamó a una grúa y tuvo que bajar para buscar ayuda momentánea. Así que Riley y yo quedamos solos en el vehículo. La observé mediante el espejo retrovisor, a lo que ella respondió mirándome a los ojos pareciendo apenada.

--Lo… Lo siento, Tom --se disculpo musitando.

--Ah, ¿en serio? Pues debiste haberlo pensado antes. --afirmé de una forma un tanto brusca.

La chica rodó sus ojos y giró hacía su izquierda para ver la lluvia a través de la ventana.

--¡Casi arruinas por completo mi relación con Fleur! --exclamé.

--¡Pero si ni siquiera son algo! --argumentó alzando su voz.

--Eso no tiene importancia. --agregué cruzando mis brazos con fuerza.

--Claro que la tiene. No estabas comprometido ni nada por el estilo. --sostuvo.

--Eso no viene al caso, ni siquiera quería hacerlo. --afirmé decepcionado.

--Pues, no te negaste… --contradijo.

--Quizás no lo hice. Pero, vamos, al menos pudiste haber preguntado. --admití.

--¿Preguntarte? ¡Vamos, hombre! Dudo mucho de que el asunto de los besos se acuerde previamente. --argüió.

--¿Sabes lo que más me duele? Que no lo hiciste por mi, lo hiciste por tu tonta rivalidad con Flu. --declaré.

--Eso no te incumbe… --masculló argumentando.

--¡Claro que me incumbe cuando soy yo él que está siendo tratado como un objeto! --golpeé el tablero del coche. --Lo siento, no debí hacer eso.

--Bien, supongo que tienes razón. Pero, ya me disculpé, no sé qué más esperas que haga. --admitió.

Ante eso volví a mirar por el espejo retrovisor insinuando algo muy claro como para no ser deducido. 

--¡No, no, que ni se te ocurra! --negó alzando su voz.

--Claro que sí, es la única forma de arreglar esto, o al menos de hacer las paces con ambos. --argumenté haciendo las expresiones y movimientos que suelo hacer con las manos.

Riley simplemente mantuvo silencio y trató de evadir el tema.

--Además, después de todo lo que hizo por ti, ¿simplemente dejarás todo atrás? --consulté tratando de hacerla razonar.

Ella volvió rodar sus ojos pero esta vez giró para quedarse mirando fijamente a través de la ventana derecha.

--Te perdono… --solté mientras miraba las gotas caer sobre la ventana del coche. --Y Fleur seguro lo hará incluso aunque no le pidas que lo haga.

UNA HISTORIA DE AMOR POCO COMÚN © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora