El pequeño de papá

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James 5 años.

Parte II : Extra

-Ô-

Harry sabía que Draco amaba a sus tres hijos por igual. Amaba la tranquilidad de Scorpius, la ferocidad de Albus y el carisma de James, los amaba por lo que eran, con todos sus defectos y virtudes; para Draco no existían personas más importantes que sus hijos, a excepción de Harry.

Sin embargo, Harry sentía que existía una conexión especial entre su hijo mayor y su esposo.

Él creía que eso era, gracias a que la mayor parte de su día, James se la pasaba con Draco y el hecho de que ambos se parecieran tanto solo mejoraba su relación.

Pese a que Scorpius fuese el único que heredó el cabello tan rubio como el de su marido y Albus heredó las facciones aristocráticas que caracterizaban a los Malfoy, James era el que más se parecía a su marido.

Su personalidad caprichosa, su forma de actuar y carácter, era igual a la de Draco. Era como su versión miniatura, a pesar de que James físicamente lucía más como Harry.

Incluso a veces podía ver algo del Draco de once años que conoció en su hijo. La carita orgullosa que ponía cada vez que veía a su padre, la admiración que se reflejaba en esos ojos grises, cuando Draco hacía algo, que para el niño era digno de admirar, o pequeñas acciones que trataba de imitar de su padre, como la forma de tomar su té o el caminar, llenaba de ternura el corazón de Harry.

No le molestaba que su hijo quisiera parecer a Draco, ni lo ponía celoso o triste, lo que le preocupaba, un poco, era que a veces no podía lidiar con dos Draco en su hogar.

A veces, padre e hijo se ponían de acuerdo para sacar de sus casillas al moreno, en algunas ocasiones eran tan parecidos que Harry no podía evitar reírse de la situación; mismos gestos, mismas miradas mordaces, mismas expresiones. Incluso tenían pláticas secretas que tanto Draco como James se negaban a compartir, a pesar de que insistiera en que le contara. Eran tal para cual.

Amaba a su hijo y a su esposo, pero a veces cuando se unían, lo aterrorizaban. sobre todo si se unían para interrogarlo o para pedirle algo. Hermione se burlaba de él, porque decía que logró derrotar a un mago oscuro, montar un dragón y luchar contra criaturas oscuras, pero se acobardaba cuando su hijo mayor y esposo se unían para hacerle una travesura, siempre lo negó por su puesto (aunque no fuera una mentira), pero ella no tenía porque saber eso.

El sol acaba de ocultarse, Harry caminaba lentamente por los pasillos de su casa, después de haber hecho dormir a sus gemelos, mientras su marido bañaba a su hijo mayor.

Hacer dormir a sus gemelos  siempre era una odisea, porque no existían niños más inquietos que sus propios hijos.

Se sentía exhausto; el día había sido agotador. Pese que ya no salía a misiones ni a trabajo de campo y solo se dedicaba a entrenar a los aspirantes a auror, el papeleo era horrible. Además, su hijo había hecho un berrinche para poder acompañarlo a su trabajo por lo que la carga fue doble.

Lo único que quería era acostarse en su suave cama, acurrucarse en el cuerpo de su marido y dormir hasta el amanecer. Desgraciadamente para Harry, el día aún no terminaba, pues todavía tenía pendiente que hacer y esperar a que su marido se desocupara para poder hacerle la prueba, para confirmar o negar su tercer embarazo.

Estaba camino a su oficina, cuando tropezó con un objeto. Harry posó su mirada al piso y se encontró con la mochila que había utilizado Jamie durante el día.

Era una mochila en forma de rana; era de color verde pasto, tenía unas orejas que sobresalían del morral, era pequeña y había sido un regalo de Moony, su favorita sin duda.

The Potter- Malfoy'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora