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TaeHyung entreabrio sus ojos, topandose con la brillante iluminación del sol mañanero, dejándolo adolorido. Pudo decir que esa mañana notó dos cosas: la primera, fue que sus ojos estaban hechos un asco, hinchados ha no más poder y ardiendo como si le acabarán de echar cinco vasos de jugo de limón encima; la segunda, fue darse cuenta que se despertó solo y no por una alarma, significando que por fin, jodidamente por fin, era fin de semana.

Benditos sean los fines de semana y bendito sea que, afortunadamente, su tortura emocional al fin tenía un descanso de, al menos, dos días. Dos días, dos días en los que podría pensar con la cabeza fría sobre su trabajo, y porqué no, también sobre sí mismo. Quería llorar de alivio al percatarse de ese hecho, luego, también llorar de frustración porque su cabeza no paraba de atormentarlo ni en sus sueños, recordándole tiempos pasados que eran sumamente dolorosos de tener presentes.

Muy en su interior sentía que estaba siendo un exagerado y, este sentimiento se agravaba cada vez que recordaba como el día anterior evitó olímpicamente los intentos de su jefe de hablar con él, como si fuera un juego de escape. Ya ni siquiera podía recordar cuántas veces Jeon intento interceptarlo con la esperanza de que se rindiera y hablara con él.

Y, en realidad, se sentía algo culpable, incluso ese sentimiento podría superar con facilidad el de sentirse exagerado. El simple hecho de pensar en qué, probablemente, el día anterior hizo sentir mal a SooBin por sus acciones inmaduras le hacían querer reprocharse así mismo por haber reaccionado de esa manera frente al chiquillo, cuando éste ni culpa tenía dentro de los problemas de su padre y él.

"—TaeHyung... ¿Podemos hablar? Necesito decirte al-

—No, gracias. —Le interrumpió, su voz resonando en la casa.

JungKook bufó, molesto con la otra persona. —TaeHyung, por favor. No te cuesta nada, ni siquiera es sobre lo nues-

—¡Qué no, JungKook! —dijo molesto, con voz alta pero sin llegar a los gritos. — En serio, lo único que te pido es tiempo. El lunes lo podemos hablar, pero por ahora, déjame en paz.

La habitación se sumergió en un ambiente tenso, sus respiraciones siendo lo único que se podía escuchar; una alterada, una tranquila. Probablemente, JungKook solo quería hablar sobre su trabajo pero, si se le permitía actuar un poco caprichoso, en este momento no creía que podría soportar la noticia de su posible despido sin tener lágrimas traicioneras en sus ojos.

—Nos vemos la próxima semana, señor Jeon. —Murmuró, su voz sonando más grave de lo normal y se acercó a la puerta, dispuesto a salir.

Escuchó como su jefe suspiró detrás suyo mientras le seguía los pasos. Parecía que quería decir algo, pero se vio interrumpido por una voz aniñada que provenía desde las escaleras.

Pronto, de esa voz se empezaron a escuchar pasos acelerados, trayendo consigo a un niño bajando de ellas con una carita que dejaba ver su felicidad de, por fin, tenerlos a los dos juntos.

—¡TaeTae Hyung, espera!

El niñero paró en seco sus movimientos apenas fue nombrado, incluso girandose para ver cómo SooBin prácticamente venía saltando las escaleras de la emoción.

Sonrió suavemente, sintiendo la molestia evaporandose. —¿Qué pasa, Binnie? —preguntó con curiosidad, fingiendo que no veía aquel dibujo que el niño traía en sus manos.

—¡Hice un dibujo para ti! —exclamó emocionado, mostrando en lo alto el dibujito que hizo.

TaeHyung sonrió con ganas, su corazón derritiéndose gracias a la ternura provocada por el niño y su dibujo. Lo tomó entre sus manos, viendo a tres figuritas de palitos, dos figuras siendo más grandes que una pequeña, la cual estaba siendo sostenida en el medio por lo que, él suponía, era las manos de los dibujos, estás mismas conectandose con las manos de los otros dibujitos. Sus ojos se humedecieron, su corazón se sintió tan cálido que fue inevitable para sus ojos no crear lágrimas.

¡Papá! ||| KookTaeWhere stories live. Discover now