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De nuevo era lunes, lo que significaba volver a su no tan ansiada rutina: levantarse, bañarse, despertar a su hijo, prepararle de desayunar al mismo y ambos ir a sus respectivas obligaciones. A pesar de estar algo cansando de que su rutina siempre terminará en llegar y sentarse en su escritorio para responder decenas de papeles y correos electrónicos, hoy todo iba bien y tranquilo para JungKook.

—Qué bruto eres.

... Hasta que un gato se le metió por la fuerza a su oficina.

—¿Podrías dejar de insultarme? Llevas así cinco minutos.

—¿Qué? Es que eres muy bruto, JungKook, ¿cómo le vas a decir eso a SooBin?

El vicepresidente suspiró y se recostó en su silla, pasándose las manos por su rostro para intentar relajarse. No sabe en qué momento le pareció buena idea contarle todo lo que ocurrió en la casa de sus padres, desde los problemas de salud de su padre hasta su impulsiva boca a la hora de proponerle algo un poco imposible a SooBin, lo que ocasiono que, apenas su amigo gatuno escucho como JungKook le propuso a SooBin ver a su niñero, fue como si se desconociera con él y pasará a insultar su baja habilidad para lidiar con la presión de ver a su hijo llorando.

Y si bien no está del todo informado del asunto con TaeHyung, él no era tonto y aparte de poder llegar a intuir que las cosas no terminaron del todo bien, recordaba como el propio Jeon admitió que las cosas entre ellos no terminaron de la mejor manera, lo que daba como resultado el no poder decir con tanta facilidad que podría verse con TaeHyung.

—A ver, se me salió, fue un error, un accidente, todo lo que quieras. No lo hice con la intención de ilusionarlo.

YoonGi lo miro feo.

—Bruto.

JungKook giró los ojos y volvió a su trabajo.

—Prefiero que me estés coqueteando todo el rato a que me insultes, la verdad.

Aún así, el tipo de gatuno no paraba de mirarlo feo.

—¿Es que, como se te va a ocurrir decirle que lo puede ver? ¡Han pasado casi dos meses, Kook, DOS MESES! Yo creo que ya hasta se olvidó de ti.

—Lo bueno es que te importa cómo me siento —su tono fue sarcástico—... Soy muy impulsivo, no bruto —pero él no dejaba el tema del insulto por nada, sintiendo que era demasiado para su persona.

—Lo que digas —hizo un ademán con su mano. Él lo seguía viendo igual de bruto, si es que le preguntarán—, al menos dime qué no le hiciste creer más cosas.

—... —la única respuesta que pudo dar fue su silencio, ninguna más.

—Bruto, demasiado bruto —rodo los ojos, entendiendo a la perfección el silencio del vicepresidente—¿Qué le dijiste a la creatura?

—Que tal vez hoy podría hacer algo... ¡No me digas nada, ya sé que fui un estúpido! —paro en a su amigo al ver su intimidante mirada sobre él, queriendo evitar más olas de insultos hacia su persona.

Si tuviéramos que hablar en defensa de JungKook... Sería complicado, pero no imposible. Desde el reencuentro con sus padres hasta el día de hoy había pasado cerca de una semana, por lo cual, ha pasado una semana desde que SooBin espera con ansias ver a su niñero. Podría decir —y sin exagerar— que cada día, sin falta, el pequeño niño hacia un comentario ya sea directo o indirecto sobre el tema, todo con la intención de averiguar qué avances tenía su padre con ese asunto. Ahora, bajo esta presión de parte de su hijo por su propia culpa, JungKook —de nuevo por su boca suelta— termino diciendo algo que podría terminar en un corazón roto en su hijo.

¡Papá! ||| KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora