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Su despedida con YoonGi fue rápida y sencilla, ya que ambos estaban ocupados con distintas cosas: uno con una crisis que solucionar, y otro con el trabajo. Aún así, Min se aseguró que JungKook estuviera en sus cincos para poder manejar, y en general, saber si se encontraba bien después de recibir la sentencia de su verdugo.

A pesar de haberle asegurado a YoonGi que se encontraba bien y estable, JungKook no podía sentirse más vulnerable en este momento mientras manejaba sin rumbo fijo por las calles de Seúl en un vano intento de calmarse.

Eran cerca de las siete de la tarde, y aunque quiso ir a su hogar para dejar que TaeHyung pudiera irse, simplemente dió dos pasos atrás cuando estuvo frente a su puerta, teniendo sus manos tan temblorosas que a duras penas y podía sostener el picaporte. Fue ahí, cuando supo que no podía entrar y saludar a TaeHyung con una sonrisa, no cuando se sentía tan mal que ni sus propias manos estaban estables.

Así fue como termino vagando por las calles de Seúl, con una suave melodía que provenía de su radio para no caer en un desgarrador silencio.

Lo que menos quería y necesitaba en este momento era silencio. Esos en donde inevitablemente caes en un abismo de pensamientos, que lo único que logran es ponerte peor.

Aunque está fuera su primera vez utilizando este método para relajar su ansiedad, podía notar su efectividad por como la adormecía entre más manejaba, entre más calles cruzaba y entre más se alejaba de lo que conocía.

Por primera vez en toda su vida, no sentía miedo de lo desconocido.

Después de un largo rato manejando, JungKook encontró un lugar que le llamó la atención con solo una mirada de reojo. Estacionó su coche en el primer lugar que vio y decidió ir a investigar aquel sitio, recibiendo el fresco aire de agosto directo en el rostro, despejando poco a poco la nube de ansiedad que envolvía a su cabeza.

Ahora que estaba en el lugar que lo había maravillado con solo verlo de reojo, estaba muy impresionado por lo que sus ojos veían. Era solo un campo, pero este campo estaba lleno de girasoles; su amarillo era muy llamativo, pero tenía la tonalidad exacta para que el sol reluciera en las flores con un brillo precioso. Ahora podía entender porque incluso de reojo le había llamado la atención este lugar.

Viendo tal panorama de colores cálidos, podría decirse que, por primera vez en mucho tiempo, JungKook sintió un poco de paz envolviéndole.

A pesar de la paz, también sintió unas increíbles ganas de llorar, de sollozar e incluso gritar si era necesario pero... En este momento, no tenía las fuerzas para ello. Al final, sus rodillas se rindieron y cayeron en la tierra húmeda, mojandose y doliendo un poco en el proceso.

Ahora en el suelo, con la mirada perdida en el verde de los tallos de los girasoles, es que se daba cuenta lo mal que lo paso durante el día a pesar de haber iniciado con el pie derecho. Todo iba perfecto, se sentía bien consigo mismo, pero después, simplemente tuvo una gran recaída que lo llevó a más momentos estresantes con una enorme facilidad. No culpaba a su hijo, ya que sabe que dentro de aquella inocencia que posee su niño de cuatro años, cabe su culpa por no hablar seriamente del tema con SooBin; él se había equivocado al siquiera mencionar a TaeHyung esa vez, pero en este momento, se preguntaba por qué su hijo había sido tan ingenuo como para irse con un extraño que menciono el nombre de su niñero.

Conocía la respuesta, pero aún así todavía se sentía asustado, ansioso ante la idea de que su hijo podría perderse de nuevo.

Respiró hondo, de nuevo la ansiedad quería hacer de las suyas.

Con lentitud, dejó su incómoda posición en rodillas y fue a sentarse en la acera, aún con el campo de flores acaparando su visión con un tierno y cálido amarillo.

¡Papá! ||| KookTaeWhere stories live. Discover now