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Las cosas se ocultan en donde menos las vemos. En los detalles. En un gesto. En un suspiro

La melodía que resonaba mientras Liam cantaba y las luces de su alrededor desaparecieron en un cerrar de ojos. Al principio sospeché que era una especie de apagón o algún fallo eléctrico, pero al escuchar los quejidos de la gente, la música y las luces volvieron al instante. Instante que le sirvió al pelinegro para desaparecer del escenario o bajar de el, porque ya no estaba allí. 

—Liam aparte de un buen músico parece ser un fantasma —bromeó Alex— o un gran mago.

—¡Debes irlo a ver, Jade! —me gritaba Kate al oído. La fan del pelinegro había vuelto—. ¡Liam es... es pesado pero está bueno! ¡Te dedico una canción! ¡Dile gracias al menos!

Volteé los ojos y me prometí a mí misma tenerle paciencia y no mandarla a la mierda en ese preciso momento. ¿Cómo podía ser tan callada siempre pero con ese chico tan insoportable? Es de no creer. Suspiré y pensé las miles de posibilidades que tenía para cambiar de tema hasta que... ¡sí! localicé mi objetivo:

—Vamos a ver que venden allí —señalé un puesto de comida:

Estaba lleno de ellos en las esquinas del lugar, el que llamó mi atención particularmente tenía un perrito caliente enorme demasiado tierno joder, tenía una carita y todo. En el atendía un anciano con cara de trasero aplastado que intentaba sonreír cada vez que alguien le compraba. No le salía muy bien que digamos, pero valorabamos el esfuerzo.

—¿¡Y Liam?! —Chilló Kate y Alex tensó su mandíbula.

Mi paciencia disminuyó más que mis ahorros en pleno verano.

—Que se vaya a la mierda Liam.

El morocho sonrió de lado.

—Pero... ¡te dedicó una canción! 

—¡Ya sé que me dedicó una puta canción! ¡Ya lo sé! —Medio campamento se giró hacia mí. Yo me encogí de hombros. ¿Lo había gritado tan fuerte? Por la forma en que rieron supongo que sí—. ¿¡Qué?! ¿¡Tengo un moco acaso?!

Alex cruzó los brazos y yo fruncí el ceño.

—Eso es, ¿¡tiene un moco acaso?! —me apoyó levantando el mentón, desafiante.

Ambos nos miramos y evitamos reírnos de lo que acabábamos de hacer.

—No era necesario —le susurré entre dientes sin apartar la mirada de la gente.

—Para nada necesario —me devolvió el susurro Alex.

—¿Por qué me siguen mirando? —pregunté confundida—. Tengo un moco, ¿verdad?

Dejé de respirar.

—No, no tienes un moco.

Volví a respirar.

Kate se acomodó sus lentes, nerviosa, hasta diría avergonzada de nosotros, pero sin embargo abrió su boca:

—¿Lo vas a ir a ver entonces? 

Hoy les presento "Cómo agotar la paciencia de Jade Graco en dos simples pasos". Es súper fácil. Paso uno: Llamarte Kate y estar en modo fan. Paso dos: Mencionar a Liam. ¡Y listo, lo has logrado! ¡Felicidades!

—¡No quiero ver al idiota de Liam! ¡Quiero un maldito perrito caliente!

—Pues Liam no es un perrito pero está caliente siempre, algo es algo —bromeó Kate guiñando su ojo. No dio gracia, para nada. Pensé seriamente en soltar una risa sarcástica para no hacerla sentir mal, pero no lo hice—. Perdón. No sirvo para hacer bromas yo solo quería...

Efecto Mariposa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora