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*Escuchar canción cuando se mencione. Y al terminar el capítulo lean la letra, que en el extra del libro hay una referencia a esta canción*

Jade

Lo primero que me encontré cuando me levanté fue a Liam quieto, pasmado, con los ojos de par en par mirando el techo de la tienda de acampar como si su vida dependiera de eso. Una de sus manos aún descansaba en mi abdomen de una forma bastante protectora y tierna.

—Te has despertado temprano, eh —susurré con la voz ronca típica de las mañanas.

Él me miró, sorprendido y abrió su boca:

—Nunca me he dormido, Jade —tragó grueso— y buen día.

Bien, eso explicaba las enormes ojeras moradas debajo de sus ojitos grises.

—¿Ha sucedido algo o...?

—No. No sucedió nada, solo... me sentía más seguro si me mantenía alerta.

Sonreí al ver su desesperación.

—No va a pasar nada, Liam —Intenté tranquilizarlo mientras acariciaba sus mejillas, aunque sinceramente ni yo misma creía mis palabras.

Él se levantó de repente dejando que mi cabeza caiga sobre la bolsa de dormir. Segundos más tarde, me miró de una forma extraña y apoyó sus brazos al rededor de mi torso dejándome encerrada debajo de él.

—Hoy es el gran evento, Jade —me advirtió en seco forzando sus ojos para que no se cierren—. Y hay que ir elegante, y posiblemente eso signifique que nos vamos a topar con el psicópata y que tú...

Me le acerqué y besé sus labios para que se callara. Casi pude sentir como Liam suspiraba en el medio del beso como si aquello le daría un poco de paz dentro de todo el caos. Minuto después, él sonrió aún pegado a mi boca y flexionó un poco más sus brazos para que su cuerpo quedara más pegado al mío, mucho más...

Alguien abrió la cremallera de la tienda de campar.

—¡Oh, no, no, no! ¡Oh por dios! ¡Chicos! —Liam y yo nos sobresaltamos como dos cucarachas a punto de ser pisadas. Cris se tapó los ojos, irritado. A los segundos se tranquilizó y aún sin mirar abrió su boca—: El profesor Miller los espera en el fogón. Si es posible dejen de... de compartir saliva y vengan, ¿bien? Bien.

El pobre señor se había sonrojado.

—Cris, siento mucho que... —Liam me cortó dándome un pequeño beso en la comisura de mis labios. Lo aparté al instante para regañarlo—: ¡Liam!

—¡Que dije de compartir sali...!

—No te puedes resistir a mis encantos, cosita —dijo, orgulloso.

Y volvió a besarme.

Y Cris volvió a regañarnos.

Y otra vez volvió a besarme

Y Cris...

—¡Hijo le vamos bajando a las hormonas y... —se detuvo en seco cuando se destapó los ojos. Mala idea. Muy mala idea. Liam estaba tomándome de una parte no tan bonita— y déjale de masajearle el trasero a Greco!

Efecto Mariposa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora