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*hay una referencia al minuto 2:08 de la canción "Mercy", escúchenla luego de leer. Si la encuentran me dicen*

Adiós a la teoría del caos.
Hola a la masacre.

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Jade

Bajé del escenario sobresaltada, aún con toda la adrenalina en el cuerpo. Había olvidado lo jodidamente oscura que era la parte trasera del telón, por lo tanto, una vez que llegué a ella solo me quedé inmóvil, intentando de controlar mi respiración y los nervios que seguían activos en alguna parte de mí. Bueno, mejor dicho en mi estómago. Sentía mariposas revoloteando dentro. Supongo que fue causa de toda la emoción y la tensión del momento.

En fin.

Por mi mente pasaban todas las cosas que haría la Jade normal en esa circunstancia. ¿Correr hacia Liam? ¿Escabullirse entre la gente para terminar perdiéndose? ¿Ir a por algo de beber para no morir deshidratada? Claramente sabía que eso sería lo que haría, y por ende, lo que no tenía que hacer.

Entonces, salí por otro lado totalmente diferente que daba directamente al bosque. No me pregunten el para qué, en mi mente solo estaba el "haz cosas que no harías" y eso desembocó a: adentrarme en el bosque sin un propósito en concreto; porque claro, estaban todos reunidos en el comedor pasándola bomba, ¿a quién se le iba a ocurrir salir al bosque y en el medio de noche?

A mí, ja.

Rompí el trozo de madera repleto de  humedad que había en la pared y creé mi salida impredecible.

Minutos más tarde, solo me quedaba entrar por ese hueco y comenzar a correr sin dirección alguna por algún lado del bosque. Genial, tenía todo controlado, todo pensado, todo espectacular cuando de pronto... joder.

Una persona tironeó de mi brazo justo antes de que yo pueda atravesar el agujero. Y ahí fue cuando en mi mente se crearon dos opciones. La primera, que es la que tomaría la Jade normal, era gritar, patalear y básicamente hacerme notar para que alguien me escuchara —cosa que era imposible con el volumen que tenía la música— Y la segunda consistía en hacer todo lo contrario: hablar con esa persona. Nah mentira, tampoco estaba realizando un plan suicida. Consistía en jugar estratégicamente.

Dejé que la persona tironeé de mi brazo y que me arrastre hacia donde estaba. Al no ver con quién me estaba enfrentando, me hice pasar por una víctima débil, blandita y sumisa, pero eso era solo el comienzo y lo que le hice creer al atacante; porque minutos después, cuando me tomó del cuello y me zamarreó hacia una esquina, le mordí la mano y le pegué una de mis buenas patadas en sus genitales. El «créeme que romperme la polla no es la mejor opción» de Liam resonó en mi mente y me hizo sonreír por una milésima de segundos.

Esa vez romperle la polla o lo que sea que tenía esa persona sí era una buena opción, cariño.

No tuve tiempo ni para pensar. A penas escuché a la persona retorcerse y mal decir por lo bajo, salí corriendo y me escabullí por el agujero que había creado.

Corrí.

Corrí.

Y seguí corriendo entre los árboles.

Efecto Mariposa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora