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07 de Julio de 2021
Estadio Nacional de Brasilia

Entramos al estadio en donde se va a jugar la semifinal de la copa, cada uno muestra su credencial, llevo a Ciro de la mano mientras que Mateo y Thiago van empujandose mientras cantan una canción de la hinchada.
Mis papás hablan con Antonela de no sé que tema, los nervios no me dejan concentrarme.

Después del partido con Ecuador, llegamos a un acuerdo, y tengo permiso para estar en el banco de suplentes. Voy a ver el partido de cerca y eso me pone más nerviosa.

Entre los once iniciales están, Emi, De Paul, Lo Celso, Lautaro, Otamendi, Tagliafico, Pezzella, Nico Gonzáles, Rodríguez, Molina y mi hermano. Joaquín va al banco por una pequeña molestia, que por suerte no es nada grave.

Me quedo con mi familia mientras los jugadores calientan en la cancha, cuando terminan me avisan que puedo bajar. En el camino me cruzo a Agus con su familia y los saludo a todos.

Me quedo al lado de Joaquín, mientras los once iniciales se cambian y preparan para entrar. Saludo y les deseo exitos a todos, tengo unos minutos así que me acerco a Lionel.

–¿Cómo la ves?– pregunto porque sé que últimamente estuvo teniendo un par de molestias pero no quiso decir nada, el se acomoda las medias.

–Bien, no siento nada– dice atandose los cordones de los botines y después se para a mirarme.

–Nervios sentís– se ríe y niega con la cabeza.

–Es un partido difícil, pero ya los conozco– ayudo a que se acomode la cinta del capitán. Nos avisan que en cinco minutos entran.

–Vos podés negro, ya hiciste esto mil veces antes, sé que es difícil y que así como todo puede salir bien, todo se puede ir al carajo en un minuto. Pase lo que pase tenes que saber que diste lo mejor y que todos estamos para vos, que te importe una mierda lo que digan los demás, sos el mejor del mundo– lo abrazo.

–Gracias por estar siempre– me susurra y después se separa.

Se juntan todos en una ronda, Scaloni les habla y marca cosas y después todos se ponen en posición para salir a la cancha. Vuelvo a dónde están los suplentes. Ambas selecciones entran a la cancha y se escucha el grito de las hinchadas.

Caminamos detrás de la selección y nos acomodamos en el banco de suplentes. Suena el himno de ellos y después el de nosotros. Cuando termina todos aplaudimos y nos sentamos.

Los capitanes hacen el sorteo, se ubican en el campo de juego, y el silbato suena indicando que la semifinal acaba de empezar. Miro al cielo pidiendo a mi abuela que nos ayude.

A los tres minutos hay una jugada clave, Molina se la pasa a Lionel, que pasa a dos jugadores colombianos, tira el centro para Lautaro, que patea al arco, todos nos levantamos pero la pelota es desviada.

Después de minutos, robamos la pelota, mi hermano se la pasa a Rodri, y él a Gio que le da el pase a Lionel que está rodeado como por tres colombianos, pero la domina igual, lo ve a Lautaro libre, me paro de nuevo justo cuando Lautaro patea al arco y hacen gol.

Todos en el banco lo gritamos, la hinchada hace que tiemble el estadio y abrazo a Joaquín que está al lado mío. Nunca había visto un gol tan cerca en mi vida. Mi corazón late a toda velocidad. Todos corren a abrazar a Lauti que señala al cielo.

El juego vuelve a empezar, Colombia tiene la pelota en nuestra área, uno de sus jugadores patea al arco y cierro los ojos para no ver. Dibu saca la pelota y le agradezco al universo.

El partido sigue, se nota que ambos equipos quieren ganar, y así como hay jugadas nuestras hay jugadas de ellos, en cualquier momento me muero por un ataque al corazón. Cada minuto pasa más lento y pierdo la noción del tiempo.

Forever | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora