Ojos prestados.

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La lluvia caía de forma torrencial sobre la gran ciudad aquella noche, con su implacable ataque como si de alguna manera tratara de purificar y borrar las impurezas de la tierra.

Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero en este caso, esta vez aquel dicho resultaba solo ser una frase vacía y sin sentido.

En una concurrida avenida, a cientos de metros y en direcciones opuestas dos tragedias habían logrado romper con la tranquilidad de la noche.

Aquella fría agua que había caído del cielo ahora corría por el suelo mezclándose con los vestigios de aquellos líquidos carmesí, que lentamente se deslizaban por ambos autos volcados mostrando al publico una horrorosa y triste escena.

Dos accidentes, dos catástrofes, dos familias lastimadas, dos vidas que se habían extinguido como una ligera llama en el viento y un destino que apenas empezaba a entrelazarse.

- Señora Wang.- El doctor se acercó a la temblorosa mujer.

- ¿Cómo se encuentran?.- Se levantó de su asiento.- Mi hijo y mi esposo ¿Cómo están?

 - Señora Wang, será mejor que tome asiento.- La tomó de los hombros.

- ¡No!.- Levantó la voz.- Si tiene que decirme algo solo hágalo ¿Cómo están mi esposo y mi hijo?

- Lo lamento.- El doctor bajó la mirada.- El señor Wang no pudo sobrevivir, sus heridas internas fueron muy graves, el sangrado no pudo ser controlado y...

- Mi esposo...- La mujer cayó de rodillas.- ¿Y mi hijo?.- Levantó rápidamente su mirada.- ¿Cómo está mi hijo?

- Su hijo solo sufrió una contusión. Aunque no fue de gravedad su cerebro presenta una inflamación, así que se la ha inducido un coma.

- ¿Pero está bien?.- Se levantó.

- Ahora mismo ha sido trasladado a una habitación.

- Quiero verlo, quiero estar con él.

- Bien, yo la guio.

Los presentes se asombraron por la reacción de aquella mujer ante la noticia de la partida de su esposo, incluso el doctor encargado de informar quedó atónito, en los años que ha desempeñado como medico había visto todo tipo de reacciones pero esta definitivamente lo había tomado por sorpresa.

Lo que ellos no entendían es que aunque no la vieran llorar y de mostró frialdad ante esa situación la señora Wang estaba completamente destrozada por dentro, no se trataba de una persona cualquiera, acababa de perder al amor de su vida pero había algo lo cual era desconocido para los extraños y es que aquella mujer que corría desesperada por el pasillo ya estaba preparada para vivir ese momento.

Desde que se enteró del secreto mejor guardado por los Wang vivió con miedo, sabia que así como la vida de algunos miembros de aquella familia habían sido borradas de forma trágica de la tierra su esposo correría el mismo destino.

Al principió pensó que aquello era una simple leyenda urbana, una historia de miedo que los ancianos inventaban para asustar a los más jóvenes, pero poco a poco sus dudas así como su incredulidad pronto desaparecerían.

Su esposo se había marchado y le dolía en el alma pero era algo que tenia que enfrentar y sobrellevar ya que aun quedaba su pequeño el cual la necesitaría aun más.

***1 mes después***

- Querida, te traje un poco de café, tómalo.- El señor Xiao se sentó junto a su esposa.

The Red Eyes LoverWhere stories live. Discover now