Al Pie del Cañón.

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Xiao Zhan deslizaba suavemente sus largos dedos por el suave pelo castaño, sus oscuros ojos veían fijamente las largas pestañas que descansaban tranquilamente.

Notó la pequeña lágrima que se había filtrado de uno de los cerrados y ojos y antes de que esta se deslizara dejando un rastro húmedo la limpió gentilmente con su dedo. Seguía acariciando suavemente el pelo de la cabeza que reposaba tranquilamente en sus piernas mientras pensaba en todo lo que había ocurrido.

En ese momento su cabeza estaba atiborrada de información, se había enterado de un montón de detalles y sucesos los cuales parecían increíbles más no imposibles.

Observó a Yibo dormir profundamente y sintió como su corazón se volvía cada vez más pesado. Había pasado por tanto, ni siquiera podía imaginarse por el dolor que había atravesado. Se sintió enojado, triste, adolorido, hubiera deseado estar allí mucho antes para poder acompañarlo y compartir de alguna manera su carga.

- ¿Ahora entiendes cariño?.- La señora Xiao hablaba en voz baja.

- ¿Quiere decir que desde siempre mi vida y la de Yibo han estado vinculadas?.- Seguía viendo el rostro de Yibo.- ¿Y todo por una maldición?

- La vida de los Xiao estarán vinculadas a los Wang hasta que aquella maldición se rompa.- Tomó su mano.- Desde el origen...hasta siempre...un Xiao o mejor dicho...un pintor espiritual del Clan Xiao pierde su vida a manos de un miembro del Clan Wang.- Sus ojos se llenaron de lágrimas.- Todo empezó con nuestros ancestros, Yan y Pei, luego siguió sucediendo. No importaba que siempre sus caminos se cruzaban y la tragedia los cubría.

-.......- Zhan seguía en silencio acariciando el pelo de Yibo.

- Las tragedias se detuvieron cuando los Xiao decidimos alejarnos por completo de los Wang. El Clan Xiao se apartó e ignoró aquella maldición y el Clan Wang tuvo que lidiar con su parte. Nuestros lazos se rompieron.

- Los dejaron a ellos con su maldición.- Zhan levantó la mirada.- Pero ¿Los Xiao lograron salvarse de la maldicion?

- No...- Sonrió mientras soltaba una lagrima.- Nosotros tuvimos que lidiar con nuestra maldición propia.

- ¿La ceguera?

- Así es...- Limpió sus lágrimas.- Cada tiempo, generación tras generación un miembro nacía con unos hermosos y llamativos ojos dorados...pero estos ojos no eran útiles. Eran una maldición.

- ¿Por qué?.

- Porqué según el demonio de la muerte...era el castigo que el pintor divino merecía.

- ¿Estás diciendo que yo...que yo soy un pintor divino?.- Zhan agrandó sus ojos.

- Si cariño.- Acarició su mejilla.- Lo eres, así como lo era tu abuelo, el abuelo de tu abuelo y sus antecesores.

- ¿Ahora entiendes por qué te pedí que dibujaras el retrato de mi hijo?.- La señora Wang tomó la mano de Zhan.- Tu eres quien lo puede salvar...- Sollozo.- Pero ahora...ahora que se toda la verdad yo...- Rompió en llanto.

- ¿Creen que yo pueda tener el mismo destino que Xiao Yan y los demás?

- Hijo...- El Señor Xiao aclaró su garganta.- No lo creemos...es así. Tu vida puede acabar en manos de Yibo sin nisiquiera llegar a terminar el retrato.

- Entiendo...- Asintió y volvió su mirada hacia Yibo.- ¿Podrían dejarnos a solas?

- ¿Estás seguro?.- El Señor Xiao se preocupó.

- Vamos...- La señora Xiao se levantó.- Dejemoslos a solas.

- ¿Estas segura de esto?.- La señora Wang se preocupó.

The Red Eyes LoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora