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Wang Yibo conducía su vehículo, y mientras lo hacía, prestaba atención y respondía a las animadas preguntas del menor, a lo que a veces Zhan reía por las ocurrencias que decía su pequeño.

Luego de un rato todos se encontraban en el parque, lugar donde los tres comieron helado y Yibo y Zhan jugaron con el pequeño Rulan hasta que este cayó rendido en los brazos del mayor.

Yibo colocó al pequeño en los asientos traseros poniéndole el cinturón de seguridad para evitar accidentes, caminó hasta el asiento del conductor y emprendió el camino siguiendo las instrucciones de Zhan, puesto que, aunque conocía el camino de memoria, no podía levantar sospechas.

El silencio que había en el auto era cómodo, Yibo sonreía interiormente porque sabía que se había ganado la confianza de Zhan, mientras que Zhan sonreía internamente porque alguien no lo había juzgado.

— Zhan... no es que, quiera ser un entrometido pero, ¿qué sucedió con la madre de Rulan?... Si no quieres contestar está bien, a veces soy algo chismoso — habló rápidamente al ver el semblante del menor.

En su mente contó tres segundos, tres segundos en los cuales dedujo que no iba a obtener aquella información de las propias palabras de Xiao Zhan, a pesar de ya saber absolutamente todo. Pero entonces el silencio fue roto por el menor.

— Mi hermana, murió cuando Rulan tenía dos años, lastimosamente perdió la batalla contra el cáncer y, se fue... Rulan es mi sobrino, pero le prometí a mi hermana cuidarlo y protegerlo como si fuera mi propio hijo, con el paso del tiempo le he tomado tanto cariño a mi sobrino que, realmente lo considero mi hijo y no sabría qué sería de mí vida si él no estuviera en ella.

— Zhan, lo-lo lamento, no quise...

— Está bien, no te preocupes Yibo. Da la vuelta aquí... Esa es nuestra casa — señaló.

Yibo se detuvo frente a la bonita casa, al igual que Zhan bajó del auto, se dirigió hacia los asiento traseros y sacó al pequeño Rulan del auto. Zhan se acercó a Yibo y colocó una mano en la espalda de su pequeño.

— Xiao Lan — llamó. — Pequeño ya llegamos a casa... Arriba campeón.

Entonces, el menor de seis años fue abriendo sus ojitos, levantó su cabeza y miró a Zhan para luego dejar caer de nuevo su cabeza sobre el hombro del castaño y abrazándose a su cuello, haciendo que los dos mayores rieran.

— Pásamelo — dijo Zhan estirando un poco sus brazos.

Yibo asintió e intentó quitarse al pequeño  de encima pero falló, Rulan se aferró a su cuello cual koala.

— Lan, tenemos que entrar a casa, Yibo tiene que irse.

El menor alejó su cabeza para mirarlos a ambos y pestañeó un par de veces.

— ¿Gege puede quedarse a cenar con nosotros? — preguntó con un pequeño puchero.

— Gege tiene que irse a casa.

— Aam, si no te molesta... Puedo quedarme un rato y luego puedo irme a mi casa.

Zhan lo miró algo inseguro y apenado.

— ¿Estás seguro? No quiero molestarte más, ya hiciste mucho por nosotros hoy.

— Claro que no me molesta — dijo con una sonrisa y Zhan le respondió igual.

— Entonces, vamos — y ambos comenzaron a caminar hacia el interior de la casa mientras un pequeño pelinegro sonreía en grande.




Yibo recorría con la mirada la casa, no estaba tan mal, no era igual que la casa que su abuelo había conseguido para él, tampoco era igual a la de sus padres, tampoco a la de su tíos, sus abuelos o incluso la casa de su hermano mayor o el templo, la casa de Xiao Zhan era mucho más pequeña, pero era acogedora, podía sentirse el calor familiar, la decoración infantil y juguetes que le daban ese toque.

The Promise [YiZhan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora