Capítulo 1.

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En Londres ni siquiera había salido el sol cuando sus ojos se abrieron de repente. Las hojas se encontraban esparcidas por su cama puesto que después de un día completamente ajetreado se había quedado profundamente dormido mientras intentaba estudiar para la prueba que tenía que presentar ya que después de titularse en Administrador de Empresas y Finanzas, se había dado cuenta de que necesitaba una maestría para poder ascender en su trabajo.

Frotó sus ojos para intentar espantar un poco el sueño y cansancio, pero eso era imposible. Su rutina diaria era demasiado agotadora ya que tenía que estudiar, trabajar y cuidar a su pequeña sobrina de casi cinco años.

Bajó a la cocina y al ver que eran las cinco de la madrugada empezó con el proceso del desayuno, porque sabía que si se retrasaba en eso, su día estaría completamente perdido y a des tiempo.

Mientras preparaba unos pancakes que sabía que Lux amaba, por su mente cruzó el hecho de que los años habían transcurrido demasiado rápido y obviamente, se había dado cuenta del trabajo que le había costado el mantenerla a su lado por las molestas visitas sorpresa de la trabajadora social que iba a verificar que todo estuviera en orden a petición de la malvada madre del que había sido marido de su hermana cuando se encontraban con vida. Pero afortunadamente todo había salido demasiado bien debido al impecable comportamiento de su hermosa niña, que aparte de todo, había salido completamente inteligente; cuando sus pequeños amigos del kínder habían empezado a aprender a contar, ella ya sabía contar hasta el 10 y cuando ellos aprendían el alfabeto, ella ya lo sabía completo a pesar de que en ocasiones se saltaba la "U" como si fuera una letra poco importante. Ella sabía más de lo que Louis esperaba y no había día en que no le diera una grata sorpresa, pero lo que más le gustaba era que a pesar de todo mantenía su hermosa inocencia pues creía en el hada de los dientes, Santa Claus, el conejo de pascuas y todas esas cosas que hacían sonreír a los niños.

Cuando terminó de preparar los alimentos para su pequeña, se tomó el atrevimiento de mirar hacia el reloj que se encontraba en la pared de la cocina empezando a pensar que aquello era un problema puesto que prácticamente era esclavo del tiempo.

Quiso sentarse unos minutos, pero sabía que no podía hacerlo, así que después de soltar un suspiro completamente cansado, emprendió su camino hacia la habitación de Lux que se encontraba en la segunda planta.

Al abrir la puerta blanca con estampados de flores rosas, se topó con el pequeño bulto debajo de las mantas, durmiendo profundamente. Se acercó a ella con paso sigiloso y cuando se encontró a su lado, se sentó a la orilla de la cama, quedándose a mirarla por unos instantes pues él sentía que cada día que transcurría ella se iba pareciendo más a su hermana y realmente agradecía eso.

Acarició su rubio cabello delicadamente hasta que la niña abrió los ojos lentamente.

-          Es hora de levantarse, cariño – sonrió sin poder evitarlo al verla bostezar.

Cuando su pequeña despertó por completo después de unos momentos por sus paternales cariños, ella se sentó en la cama pues sabía cual era la rutina después de despertar. Estiró los brazos hacia su padre y él la cargó para llevarla hasta el baño, ahí se encargó de desvestirla y asegurarse de que hiciera sus necesidades para luego darle una buena ducha.

Dejó a Lux elegir el vestido que quisiera usar ese día y después de peinarla con dificultad, terminó rindiéndose y dejándola con el cabello suelto. La dejó en el piso de abajo desayunando y mirando la televisión mientras él subió a hacer lo propio y arreglarse para el trabajo.

Lux reía completamente animada viendo la televisión cuando él bajó las escaleras ya listo para marcharse. Abrigó a la pequeña antes de salir y tomados de la mano empezaron a caminar las dos cuadras que llevaban al jardín de niños.

Stay |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora