Intercambio

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Alivio y felicidad, es lo que más siento ahora mismo. Pude finalmente llamar a mis padres contando las buenas noticias que he podido conseguir un nuevo empleo, aunque no paguen lo suficiente lo necesito.

Me levanto con ánimo el primer día, después de todo las cuentas no se pagan sola y este trabajo podría ayudarme en lo que necesito ahora, dudo que estaré estancado en este trabajo toda la vida. El uniforme no será de mi agrado pero no parece ser tan detestable, creo. Me quedé mirando un buen rato mirándome al espejo con el espejo y un presentimiento me dice que quizá no haya sido del todo una buena idea pero tampoco puedo dejar que la paranoia de mi madre, con todo el tema de los dos incidentes involucrando niños hace unos años atrás, necesito este trabajo y eso incluye darle el beneficio de la duda a la pizzería.
Quedan tan solo una hora para que empiece mi primera noche de trabajo, es allí donde decido salir antes aunque llegue una media hora temprano pero quizá no sea tan malo.

La ida hacia la pizzería me tenía constantemente con nervios que tenía que soportar, prender la radio era dejar que mis oídos escucharan canciones somnolientas. Una vez que me estaciono acomodo mi corbata aun sabiendo que esta todo bien, no conforme con eso empiezo a revisar que no se me haya olvidado nada importante como mi billetera junto con mi cédula de identidad, mis llaves, nada se me ha quedado pero para seguir haciendo tiempo empecé por acomodar el espejo del auto el cual deja ver hacia atrás del vehículo, tenía que quedar lo mejor posicionado posible. Alto, esto no vale la pena, debería enfrentar mi nerviosismo. Detengo mis brazos, cierro mis ojos y empiezo por refregar mis manos lentamente mientras inhalo y exhalo con calma hasta lograr relajarme. Escucho pasos y es allí donde abro rápidamente mis ojos mientras sentía como un escalofrío recorría mi cuerpo, el nerviosismo volvió hasta que logro calmarme al ver la figura conocida de aquel hombre el día de mi entrevista de trabajo antes de aceptar el trabajo de guardia nocturno. Salgo torpemente de mi auto y me dirijo hacia él.

—Eres tú otra vez —dice sorprendido aunque su rostro diga lo contrario.

—Si, soy yo —respondo sonriendo nervioso—. Es mi primer día de trabajo... bueno, noche.

Él dirige su cuerpo en dirección total hacia mí, claramente prestando atención a mi extraña presencia repentina de esta noche. Al principio pensé que sería pesado conmigo como pareció ser después de que nos topáramos en un par de ocaciones después de esa entrevista, ya que no parecía muy contento pero ahora no parecía ser en mala sino realmente tener un pequeño interés por el hecho de que esté aquí.

—¿Cuál es la prisa? Aún estás a tiempo de tu turno.

Tras ese cuestionamiento comienza a observarme de pies a cabeza, curioso.

—No lo sé —respondo aún más nervioso, carraspeo mi garganta intentando quitar los nervios de cada palabra que diré—. Son los nervios, nada más y eres básicamente la única persona que se me hace conocida por más irónico que suene, eso que ni tu nombre sé.

—Puedes llamarme por Fritz por ahora. Simple, ya no somos tan desconocidos ahora —responde.

—Si tu turno aún no acaba, ¿por qué saliste ahora?

—A veces me gusta tomar un poco de aire antes de salir de aquí, ¿sabes? Como esa sensación que necesitas respirar después de algo que te agobia, un pequeña pausa.

Le quedé mirando, no pude evitar sentir un poco de pena con el tono de voz agotado y casi apagado con el cual me acaba de responder.

—Solo es estrés por años de trabajar aquí. Y antes que bromees, no, trabajar aquí no te deja la piel morada —comenta molesto.

—¿Por qué bromearía con algo así? Se ve que es algo sensible para ti y con lo agotado que te ves.

Mike no responde, solo su mirada queda fija por unos segundos hacia mis ojos, no parecía intimidado esta vez sino que ahora parece más de alivio. Como si le hubiera quitado el peso a algo al punto de que se apoya contra la pared, suspirando.

—Eres el primero en no decir alguna pregunta o comentario por mi condición —dice de una vez por mi respuesta—. Al fin alguien que respete eso. Digo, no culpo a los niños, ellos tienen curiosidad y hacen preguntas bajo la inocencia pero los adultos le doy miedo con mi apariencia, ellos si hacen preguntas con el propósito de lastimarte por más que lo nieguen, todo porque actúan con miedo y saben que es preferible lastimar antes que ser lastimado. Es raro ver la inocencia y el respeto en un cuerpo adulto.

No sabía que decir, no esperaba que empezara a reflexionar de la nada como si le hubiese dado la confianza. Me alegra pero yo no soy así, no ando reflexionando ni abriéndome con las personas, sin ofenderlo a él.

—No soy bueno con las palabras pero supongo que me alegra haberte dado un poco de confianza.

Fritz no responde, solo me mira y me da una leve sonrisa, leve por lo que le cuesta sonreír por lo que noto.

No supe qué decir, el silencio parecía cómodo para ambos y el intercambio de miradas me daban escalofríos que recorrían todo mi cuerpo, y cuando menos me doy cuenta su cuerpo no parecía tan repugnante a simple vista.

—Bien —rompe con el silencio mientras revisa la hora—, es momento que me vaya. Como es tu primera vez te llegará un mensaje grabado al teléfono y por favor cuídate.

—Tú igual —respondo cortes.

—Hablo en serio —me detiene con sus palabras, su mirada parecía estar en sintonía esta vez con lo que decía y sentía—. Ellos no son tan amables como tú.

Dicho esto se va dejándome la duda. Supuestamente estaría solo, no habría nadie más. ¿Entonces quiénes serían ellos?
Entro al local de una vez y no veo a nadie, trabajo solo tal como me habían informado previamente. La única posibilidad de un "ellos" serían los animatronicos. A parte de morado ya parecía haber perdido la cordura suena algo bastante irreal pero supongo que darle el beneficio de la duda nunca estaría mal.

Detrás de las cicatricesWhere stories live. Discover now